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El arte dominicano como testimonio histórico y cultural

Actualizado: 8 nov 2020

Reconocer en este sentido los contenidos y formas del quehacer artístico nacional, involucra una lectura polidireccional de los valores históricos, artísticos y nacionales en el arte dominicano de nuestros días.

Epifanio Billini, Alejandro Bonilla, Arturo Grullón, Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta y otros...

Por ODALÍS G. PÉREZ / Acento. com / Noviembre 6, 2020 / OCA / Sto. Dgo, RD.


Las imágenes artísticas son también imágenes sociales, históricas y culturales. Esto se debe a que las mismas muestran los valores, contenidos y formas reveladoras del mundo social, histórico y cultural. En el caso dominicano, el arte pretende mostrar la historia y la sociedad mediante pinturas, dibujos, murales, esculturas, edificaciones y otros productos conformadores de la imagen artística y el espacio social.

Así, desde Epifanio Billini, Alejandro Bonilla, Arturo Grullón, Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta y otros, lo dominicano se particulariza en el arte como valor de lo nacional y lo cultural.

A través de la figura histórica y de los elementos identitarios, lo artístico se concibe de manera genérica representando el ser de lo nacional, a través de las diferentes formas y conjuntos visuales. La imagen artística, al tiempo que refleja, presenta, las relaciones y condiciones críticas de lo social. Este hecho habrá de imponer más tarde su propia forma-contenido en el fundamento mismo de la artisticidad dominicana.

Ciertamente, los valores y las relaciones de los tejidos artَísticos alcanzan el nivel estético y creacional en los géneros que ya tradicionalmente se reconocen en el ecosistema cultural dominicano. Y ello se debe a que el artista se sumerge en el espacio de las formas culturales para representar el fondo identitario a partir de la idea filosófica del “alma dominicana” o de lo dominicano. ¿Arte, lenguaje o dialéctica sociocultural?

Todo lo que desde comienzos del siglo XIX se puede reconocer como creación artística dominicana, está amparado en medios y modos infusos o difusos de creación y motivación de la producción estética en el país, habida cuenta del uso de los símbolos, técnicas, materiales y lenguajes de la modernidad, que ya desde entonces empieza a producir efectos culturales y estéticos que habrán de influir a comienzos del siglo XX. Una poética del paisaje, el retrato y la escena patriótica, comienza a desarrollarse bajo la influencia de valores y expresiones formularias del arte dominicano. El reflejo morfológico de contenidos imaginarios, de tipos nacionales y símbolos populares representativos de lo nacional, contribuirá a un entendimiento de lo dominicano como ser histórico, figura cultural y matéria visual típica.

Todo lo anterior se puede observar en la producción artística de Yoryi Morel, Juan Bautista Gómez, Federico Izquierdo, Jaime Colson y otros que con el advenimiento de la vanguardia habrán de producir obras singulares desde las cuales se reconoce el modelo, el símbolo la línea y el punto de interés de la fórmula - sustancia artística y local. El manejo de lo nacional y de lo cultural que hace el artista dominicano se sentirá en el momento en que la vanguardia toma caminos diferenciados en el orden artístico y en la perspectiva moderna de creación local. El artista dominicano quiere entonces que sus espacios, signos, símbolos, historias y tiempos se sinteticen en el lenguaje de creación de manera particularizada; lo que entonces afirmará el tipo de mundo y de presencia articulado a partir de cierto orden abierto y expresivo de la realidad nacional .

La puesta en marcha y la puesta en uso de los diversos lenguajes de la vanguardia acentuará más tarde una correspondencia y una relación entre la obra como patrimonio e historicidad artística y cultural.

Reconocer en este sentido los contenidos y formas del quehacer artístico nacional, involucra una lectura polidireccional de los valores históricos, artísticos y nacionales en el arte dominicano de nuestros días.

Toda una serie de relaciones técnicas y lenguajes de recuperación han logrado desarrollar una invención artística analizable desde el punto de vista de una arqueología de lo mítico y de la representación totémica insular. Se trata, pues, de incorporar los signos de la cultura en su proceso y evolución hacia otras formas de lo artístico, integradas a su vez al teatro mítico y carnavalesco donde se observa el cuerpo y la máscara como vida de las raíces, esto es, de la profanación, el gesto iniciático, la transgresión y el rito evidenciado mediante el cuerpo sacralizado o desacralizado de la imagen artística.

El carácter simbiótico y polisémico del arte dominicano tiene su base en la cultura de los signos; pues los signos gráficos funcionan en su expresión como depósitos culturales y como memorias visuales e históricas. Lo que implica un tipo de productividad artística que se reconoce en el desarrollo humano y social de sus creadores; las diversas instancias de la articulación y creación de formas visuales o híbridas tienden a fusionarse haciendo posible las metáforas ejemplares del arte dominicano. Se pueden explicar las reminiscencias y simbolismos en una representación artística auténtica fundada en la identidad cultural nacional. En las artes visuales dominicanas actuales existe la posibilidad de integrar formas culturales representativas que permiten nuevas lecturas en el orden del significado. La necesidad de materializar nuevos contenidos es indicadora de un modelo real y al mismo tiempo de un modelo significante. El orden de la forma en el caso de la escultura puede devenir materia y volumen en fase dimensional y antropomórfica; en el caso de la pintura, la instalación, el nuevo dibujo y la fotografía, los elementos temáticos y los recursos formales asimilan el modelo real desde el lenguaje.

Cabe aquí la observación de que la artisticidad se pronuncia como elemento de síntesis formal, pero además, como particularidad cultural abierta y expresiva, pues el artista individualiza los diferentes niveles de significación de la obra, siendo así que la imagen cobra su valor, respondiendo así a un orden especial de lectura individual y colectiva.


 

Dominican art as a historical and cultural testimony


Recognizing in this sense the contents and forms of the national artistic endeavor, involves a multi-directional reading of the historical, artistic and national values in Dominican art today.


Por ODALÍS G. PÉREZ / Acento. com / Noviembre 6, 2020 / OCA


Artistic images are also social, historical and cultural images.


This is because they show the values, contents and revealing forms of the social, historical and cultural world. In the Dominican case, art aims to show history and society through paintings, drawings, murals, sculptures, buildings and other products that make up the artistic image and social space.


Thus, from Epifanio Billini, Alejandro Bonilla, Arturo Grullón, Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta and others, the Dominican is particularized in art as a value of the national and the cultural.


Through the historical figure and the identity elements, the artistic is conceived in a generic way representing the being of the national, through the different forms and visual sets. The artistic image, while reflecting, presenting, the relationships and critical conditions of the social. This fact will later impose its own form-content on the very foundation of Dominican artistry.


Certainly, the values ​​and relationships of artistic fabrics reach the aesthetic and creational level in the genres that are already traditionally recognized in the Dominican cultural ecosystem. And this is due to the fact that the artist immerses himself in the space of cultural forms to represent the identity background from the philosophical idea of ​​the "Dominican soul" or of the Dominican. Art, language or sociocultural dialectics?


Everything that can be recognized as Dominican artistic creation since the beginning of the 19th century is supported by infused or diffuse means and modes of creation and motivation of aesthetic production in the country, taking into account the use of symbols, techniques, materials and languages of modernity, which since then begins to produce cultural and aesthetic effects that will have an influence at the beginning of the 20th century.


A poetics of the landscape, the portrait and the patriotic scene, begins to develop under the influence of values ​​and formulaic expressions of Dominican art. The morphological reflection of imaginary contents, national types and popular symbols representative of the national, will contribute to an understanding of the Dominican as a historical being, cultural figure and typical visual matter.


All of the above can be observed in the artistic production of Yoryi Morel, Juan Bautista Gómez, Federico Izquierdo, Jaime Colson and others who, with the advent of the avant-garde, will have to produce unique works from which the model, the symbol, the line and the point of interest of the artistic and local formula-substance.


The management of the national and the cultural that the Dominican artist does will be felt at the moment when the avant-garde takes different paths in the artistic order and in the modern perspective of local creation. The Dominican artist then wants his spaces, signs, symbols, stories and times to be synthesized in the language of creation in a particularized way; which will then affirm the type of world and presence articulated from a certain open and expressive order of national reality.


The implementation and use of the various languages ​​of the avant-garde will later accentuate a correspondence and a relationship between the work as heritage and artistic and cultural historicity.


Recognizing in this sense the contents and forms of the national artistic endeavor, involves a multi-directional reading of the historical, artistic and national values ​​in Dominican art today.


A whole series of technical relations and languages ​​of recovery have managed to develop an artistic invention that can be analyzed from the point of view of an archeology of the mythical and of the insular totemic representation. It is, therefore, about incorporating the signs of culture in its process and evolution towards other forms of the artistic, integrated in turn to the mythical and carnival theater where the body and the mask are observed as the life of the roots, that is, the desecration, the initiatory gesture, the transgression and the rite evidenced by the sacralized or desacralized body of the artistic image.


The symbiotic and polysemic character of Dominican art is based on the culture of signs; since graphic signs function in their expression as cultural deposits and as visual and historical memories. Which implies a type of artistic productivity that is recognized in the human and social development of its creators; the various instances of the articulation and creation of visual or hybrid forms tend to merge, making possible the exemplary metaphors of Dominican art. Reminiscences and symbolisms can be explained in an authentic artistic representation founded on national cultural identity.


In current Dominican visual arts there is the possibility of integrating representative cultural forms that allow new readings in the order of meaning. The need to materialize new content is an indicator of a real model and at the same time of a significant model. The order of form in the case of sculpture can become matter and volume in a dimensional and anthropomorphic phase; in the case of painting, installation, new drawing and photography, thematic elements and formal resources assimilate the real model from language.


It should be noted here that artisticity is pronounced as an element of formal synthesis, but also as an open and expressive cultural particularity, since the artist individualizes the different levels of significance of the work, thus the image takes on its value, thus responding to a special order of individual and collective reading.

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