Se desconoce con certeza quién fue su creador, se tienen conocimientos de que se origina en China, alrededor del siglo XI antes de Cristo. Leyendas atribuyen su invención a Lu Mei, una joven china que comentara a su hermano su deseo de realizar un objeto para protegerse de la lluvia. La joven produjo un bastón con 32 varillas de bambú recubierta de una tela realizada en forma de hongo. La invención se extendió por más de 1700 años, llegando a convertirse en paraguas plegable, permeabilizado con cera y barniz, convirtiéndose en la sombrilla que hoy conocemos.
Tanto por la versión de protegerse de la lluvia, como la de protección solar, la utilizaba la alta sociedad de la época, por demás de los políticos y la nobleza. En el oriente y de manera especial China, estuvo precedida por historias y fábulas extraordinarias.
El objeto protector se expande mediante la “ruta de la seda” –mercados textiles establecidos de la época– llegando a Corea, Japón y Persia; con la particularidad de que en estas regiones se utilizaba como parasol, para protegerse de los rayos solares. Con el tiempo, llegó al Imperio Asirio, a Egipto, la Antigua Grecia, y más tarde al Imperio Romano y sus dominios.
De manera curiosa, los egipcios la usaban como objeto ritual o signo de alta influencia, en la antigua Grecia, solo las mujeres la portaban. Cuando desaparece el Imperio Romano, en Italia, se siguió empleando tímidamente, llegando a permanecer olvidada en las regiones de Europa. Es en el último tercio del siglo XV cuando aparece en la capital de Francia, París.
Los mismos antecedentes del linaje y prestigio le precedían a pesar de que no se usaba como protección contra la lluvia. Sutilmente, llegó a sustituir el bastón y hasta la espada, por el desuso de estos dos objetos de la época.
Sólo en Inglaterra, primera nación europea, comienza a emplearse para fines de protección contra la lluvia. Al llegar el siglo XVIII, la nobleza británica la utiliza fundamentalmente por el prestigio que llegó a imprimirle a Sir Jonas Hongway, 1872, considerado precursor del paraguas, éste lo observó por primera vez en Rusia, y a partir de ahí le acompañó de por vida. Siendo un personaje importante de la época, algunas personas creían entonces que la sombrilla o paraguas era una especie de arma blanca, llegando a prohibirse por el Duque de Wellington en los campos militares.
De igual manera en España, donde estuvo precedida de un elitismo que rayaba en prestigio, allí se transforma en un objeto deseado en las cortes españolas. El quitasol o sombrilla, como el paraguas, eran detalles muy especiales para los enamorados de la época, a los que les ofrecía una especie de artífice de cortina giratoria para así ocultar sus besos furtivos en las plazas y los parques en días lluviosos.
A la par de convertirse en una industria incipiente, el paraguas comenzó a aparecer no sólo en Europa sino también en México. En las tierras de Hernán Cortés, se observaba con asombro aquel artilugio exótico, que influyó en los escritos y cuentos de su época. Con el tiempo, en los procesos de la colonización española, la sombrilla o paraguas fue generalizando su utilidad, abarcando al resto de los países del continente americano.
Más tarde, los ingleses pudieron evidenciar su uso en las colonias americanas del norte. Nuevos materiales hicieron que el paraguas evolucionara perfeccionándose, hasta que en el 1805, Jean Marius inventó el paraguas plegable. Realizado con materiales flexibles y resistentes, con bastón evolucionado, varillas eficaces, capaces de soportar fuertes vientos. Se realizaron en diferentes diseños y materiales, como el cobre, hierro, pasta, junco, e incluso de barbas de ballena. En el año 1823, el químico escocés Charles Macintosh (1766–1483), inventó el primer paraguas impermeable moderno.
Objeto de arte / Arte objeto
Si hablamos del objeto de arte o del arte objeto, es necesario mencionar a Marcel Duchamps, artista francés, pionero de esa tendencia en los años 50 y 60, que revolucionó el concepto de arte establecido de la época, transgrediendo todas las normas y reglas establecidas hasta el momento –producto de su desilusión por las formas establecidas de la expresión artística– desatando con ello una serie de cuestionamientos en los cánones estéticos del arte. Duchamps afirmaba que los artistas y el arte no eran especiales o diferentes a los hombres y a los objetos cotidianos. Mostrando interés por las “energías perdidas”, que son todos aquellos elementos que normalmente pasan desapercibidos...
Es la actitud mental del espectador, al ver un objeto dentro de un espacio diferente, que lo desconecta de las cualidades utilitarias, logrando ver nuevas cualidades estéticas del mismo objeto. Este proceso de descontextualización y resemantización es precisamente lo que le adjudica un nuevo valor estético al resultado obtenido por los 42 artistas nacionales en la exhibición “Ojalá que llueva”.
La adquisición de una nueva presencia simbólica a un nuevo estatus de arte crea una sintaxis diferente en la comunicación que, en el caso de la sombrilla, se eleva a una nueva dimensión estética, transformándola en un objeto artístico.
Fue en este sentido que se refirió Baudrillard, en una de sus conferencias, a Baudelaire y a Warhol como propulsores de la mercancía absoluta como arte, al exponer sobre el arte frente a la sociedad moderna, mercantil, vulgar y capitalista, corriendo el peligro de que el valor estético del objeto se aliene como mercancía.
“Ojalá que llueva”
La inspiración, una constante en los artistas, surge como el respirar, como la fuente de agua que fluye de la cima de una montaña, un instante que provoca un paro en la cotidianidad, creando silencios y espacios necesarios para los procesos creativos. En definitiva, una apertura a un diafragma semántico por la transformación de un objeto, sombrilla-arte. Uno elimina al otro, en un sistema de intervención que subordina la razón primaria del instrumento convirtiendo este en objeto de arte.
“Ojalá que llueva” se sitúa en este entorno humano, país, en una búsqueda cultural, precedida por la poesía de una maravillosa canción, –que de hecho– se ha convertido en emblema musical de la "dominicanidad". Tanto el individuo que habita la isla –estancia tropical– como aquel que se encuentra en otros espacios, se identifica por sus valores.
OCA, con “Ojalá que llueva”, propone y expone en esta ocasión un diluvio de metáforas, pasiones y creaciones que, a través de la mirada y el quehacer estético de nuestros artistas, nos permiten acercarnos al arte como objeto o viceversa, para estar más cerca a estos creadores y su poesía lúdica, al tiempo de compartir este disfrute con ustedes, nuestros amigos, amantes del arte, de la cultura, de la vida...
¡Muchas gracias!
Ángel Ricardo Rivera
It is unknown with certainty who was its creator, it is known that originates in China, around the eleventh century before Christ. Legends attribute his invention to Lu Mei, a young Chinese woman who told her brother about her desire to make an object to protect herself from the rain. The young woman produced a cane with 32 bamboo sticks covered with a fabric made in the shape of a mushroom. The invention was extended for more than 1700 years, becoming a folding umbrella, permeabilized with wax and varnish, becoming the umbrella that we know today. Both the version of protecting from the rain, as the sun protection, was used by the high society of the time, by other politicians and nobility. In the East and in a special way China, it was preceded by extraordinary stories and fables. The protective object is expanded through the "silk route" - established textile markets of the time - reaching Korea, Japan and Persia; with the particularity that in these regions it was used as a parasol, to protect it from the sun's rays. Eventually, he came to the Assyrian Empire, to Egypt, to Ancient Greece, and later to the Roman Empire and its domains. Curiously, the Egyptians used it as a ritual object or sign of high influence, in ancient Greece, only women carried it. When the Roman Empire disappeared, in Italy, it continued to be used timidly, remaining forgotten in the regions of Europe. It is in the last third of the fifteenth century when it appears in the capital of France, Paris. The same background of lineage and prestige preceded him even though it was not used as protection against rain. Subtly, he came to replace the cane and even the sword, by the disuse of these two objects of the time. Only in England, first European nation, begins to be used for protection against rain. When arriving the century XVIII, the British nobility uses it mainly by the prestige that got to impress to Sir Jonas Hongway, 1872, considered precursor of the umbrella, this one observed it for the first time in Russia, and from there it accompanied to him by by life. Being an important personage of the time, some people believed then that the parasol or umbrella was a species of weapon, getting to be prohibited by the Duke of Wellington in the military fields. Similarly in Spain, where it was preceded by an elitism that bordered on prestige, there it becomes a desired object in the Spanish courts. The sunshade or parasol, like the umbrella, were very special details for the lovers of the time, who offered them a kind of rotating curtain knife to hide their furtive kisses in the squares and parks on rainy days. At the same time of becoming an incipient industry, the umbrella began to appear not only in Europe but also in Mexico. In the lands of Hernán Cortés, one observed with astonishment that exotic contraption, which influenced the writings and stories of his time. Over time, in the processes of Spanish colonization, the umbrella or umbrella was generalizing its usefulness, encompassing the rest of the countries of the American continent. Later, the English could demonstrate its use in the North American colonies. New materials made the umbrella evolve in perfect form, until in 1805, Jean Marius invented the folding umbrella. Made with flexible and resistant materials, with evolved cane, effective rods, able to withstand high winds. They were made in different designs and materials, such as copper, iron, paste, rush, and even whalebone. In the year 1823, the Scottish chemist Charles Macintosh (1766-1483), invented the first modern waterproof umbrella.
Object of art / Art object If we talk about the object of art or the object art, it is necessary to mention Marcel Duchamps, French artist, pioneer of that trend in the 50s and 60s, who revolutionized the concept of established art of the time, transgressing all the established norms and rules until now -produced from his disillusionment with the established forms of artistic expression- unleashing a series of questions on the aesthetic canons of art. Duchamps affirmed that artists and art were not special or different from men and everyday objects. Showing interest in "lost energies", which are all those elements that normally go unnoticed ... It is the mental attitude of the viewer, seeing an object within a different space, which disconnects it from the utilitarian qualities, managing to see new aesthetic qualities of the same object. This process of decontextualization and resemantization is precisely what gives a new aesthetic value to the result obtained by the 42 national artists in the exhibition "Ojalá que llueva". The acquisition of a new symbolic presence to a new status of art creates a different syntax in communication that, in the case of the umbrella, rises to a new aesthetic dimension, transforming it into an artistic object.It was in this sense that Baudrillard, in one of his lectures, referred to Baudelaire and Warhol as propellers of absolute merchandise as art, exposing art against modern, mercantile, vulgar and capitalist society, running the risk that the aesthetic value of the object is aligned as a commodity."I wish it would rain"
"Ojalá que llueva".
Inspiration, a constant in artists, emerges as breathing, as the source of water that flows from the top of a mountain, an instant that causes a stoppage in daily life, creating silences and spaces necessary for creative processes. In short, an opening to a semantic diaphragm by the transformation of an object, umbrella-art. One eliminates the other, in an intervention system that subordinates the primary reason of the instrument, converting it into an art object."I hope it rains" is placed in this human environment, country, in a cultural search, preceded by the poetry of a wonderful song, which in fact has become the musical emblem of Dominicanness. Both the individual who inhabits the island - tropical season - and the one who is in other spaces, is identified by its values.OCA, with "I hope it rains", proposes and exposes on this occasion a deluge of metaphors, passions and creations that, through the look and the aesthetic task of our artists, allow us to approach art as an object or vice versa, to be closer to these creators and their playful poetry, while sharing this enjoyment with you, our friends, lovers of art, culture, life ...Thank you very much! Ángel Ricardo Rivera