Marc Spiegler, el director global de Art Basel, sabe que hay un problema. E incluso si no lo supiera, la gente le dice: Art Basel tiene que hacer más para ayudar a las galerías de nivel medio a tener éxito. Spiegler dijo que él y Noah Horowitz, director de Art Basel en las Américas, fueron "convocados", en sus propias palabras, a una oficina de coleccionistas el año pasado para una conversación de 90 minutos sobre cuáles eran los problemas para estas galerías, y donde Art Basel, como entidad, podría hacer más para ayudar. El problema, dijo Spiegler, es que los costos sobre los cuales Art Basel tiene control directo -el costo por metro cuadrado para un stand, y gastos imprevistos como iluminación o espacios de pared- son solo una pequeña parte de los gastos de una feria. Considere que Basilea es una ciudad donde un tazón mediocre de ramen le costará alrededor de $ 30, y se espera que las galerías, incluso las de nivel medio, ofrezcan cenas lujosas para sus coleccionistas. Aún así, está pensando más en cómo la feria, que cerró el domingo, puede garantizar que las galerías de todos los tamaños salgan de Suiza con algo más que simples "conversaciones realmente geniales" y facturas de hoteles extravagantes. Spiegler dijo que las pistas de feria (literalmente pistas, con una aplicación que tiene una función de geolocalización) su equipo de relaciones VIP para asegurar que traigan recolectores importantes a una gama de stands, no solo los destinos de primer nivel que conforman el núcleo físico pero no el la mayoría de la feria fuerte de 290 galerías. La feria tiene un nuevo programa para jóvenes coleccionistas, destinado a inspirar el tipo de compra de arte de clase media que ha sido un elemento básico de las generaciones anteriores en Suiza y Renania. Está desarrollando una presencia editorial, con ex empleados de Sleek Magazine y artnet News, que incluye entrevistas en video que muestran a los jóvenes vendedores que aparecen en cada feria. Art Basel también destaca galerías de nivel medio en sus redes sociales, que entre Facebook, Twitter e Instagram alcanzan a 2,75 millones de usuarios combinados.
Esos aumentos de visibilidad pueden marcar la diferencia. Kevin Scholl, director senior de Susanne Vielmetter Los Angeles Projects, de 18 años, dijo que un nuevo coleccionista había visto una pintura de Sadie Benning en el sitio web de Art Basel, luego vino y la compró. Fue la primera vez que la galería en la sección principal, Galerías, después de tres años consecutivos en la sección de características de la feria para presentaciones curadas, y Scholl y sus colegas lograron mover mucho arte: vendieron otras cuatro pinturas de Sadie Benning, tres Charles Gaines trabajos en el árbol, una pintura de Nicole Eisenman, tres pinturas de Samuel Levi Jones, y una gran selección de más de una docena de fotografías de Pope.L que fueron a parar a un solo coleccionista en Vancouver. Los precios en el stand comenzaron en alrededor de $ 10,000 y subieron a alrededor de $ 200,000, dijo Scholl. Les ayudó Vielmetter haber tenido un espacio en Berlín durante dos años hace una década, y haber estado en Art Basel en Miami Beach y Art Basel en Hong Kong en el pasado. "Sabemos lo que les gusta a nuestros clientes", dijo Scholl. "Ya tenemos nuestros clientes en Europa, así que esta es solo una oportunidad de interactuar con ellos en Suiza". La galería Kate MacGarry de Londres también apareció por primera vez en Art Basel en la sección principal de Basilea, después de haber hecho Statements, un sector para presentaciones individuales de artistas emergentes, el año pasado. La directora Lizzy Mason dijo que las declaraciones se sentían más como "una atracción", mientras que estar en la sección principal significaba que los coleccionistas tomaban la galería más en serio.
What Sold at Art Basel in Basel |
Marc Spiegler, the global director of Art Basel, knows that there is a problem. And even if he did not know, people tell him: Art Basel has to do more to help mid-level galleries succeed. Spiegler said that he and Noah Horowitz, director of Art Basel in the Americas, were "summoned," in his own words, to a collectors' office last year for a 90-minute conversation about what the problems were for these galleries, and where Art Basel, as an entity, could do more to help. The problem, Spiegler said, is that the costs over which Art Basel has direct control - the cost per square meter for a stand, and unforeseen expenses such as lighting or wall spaces - are only a small part of the cost of a fair. Consider that Basel is a city where a mediocre bowl of ramen will cost you around $ 30, and it is expected that galleries, even mid-level ones, will offer luxurious dinners for your collectors. Still, he is thinking more about how the fair, which closed on Sunday, can guarantee that galleries of all sizes leave Switzerland with more than just "really great conversations" and extravagant hotel bills. Spiegler said the fairgrounds (literally tracks, with an application that has a geolocation function) their VIP relationship team to ensure they bring important collectors to a range of stands, not just the top-level destinations that make up the physical core but not the most of the strong fair of 290 galleries. The fair has a new program for young collectors, designed to inspire the type of middle-class art purchase that has been a staple of previous generations in Switzerland and the Rhineland. He is developing an editorial presence, with former employees of Sleek Magazine and Artnet News, which includes video interviews showing the young salespeople that appear at each fair. Art Basel also highlights mid-level galleries in its social networks, which between Facebook, Twitter and Instagram reach 2.75 million users combined.
These increases in visibility can make a difference. Kevin Scholl, senior director of Susanne Vielmetter Los Angeles Projects, 18, said a new collector had seen a painting by Sadie Benning on the Art Basel website, then came and bought it. It was the first time that the gallery in the main section, Galleries, after three consecutive years in the feature section of the fair for curated presentations, and Scholl and his colleagues managed to move a lot of art: they sold four other paintings by Sadie Benning, three Charles Gaines works on the tree, a painting by Nicole Eisenman, three paintings by Samuel Levi Jones, and a large selection of more than a dozen Pope.L photographs that went to a single collector in Vancouver. Prices on the stand started at around $ 10,000 and went up to around $ 200,000, Scholl said. It helped Vielmetter having had a space in Berlin for two years a decade ago, and having been at Art Basel in Miami Beach and Art Basel in Hong Kong in the past. "We know what our customers like," said Scholl. "We already have our clients in Europe, so this is just an opportunity to interact with them in Switzerland." The Kate MacGarry gallery in London also appeared for the first time at Art Basel in the main section of Basel, after having done Statements, a sector for individual presentations by emerging artists, last year. Director Lizzy Mason said the statements felt more like "an attraction," while being in the main section meant that collectors took the gallery more seriously.
