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EL URGENTE CAMBIO DE NUESTRO PARADIGMA CULTURAL

OCA|Nacional | Agosto 6, 2020

Raquel Paiewonsky

Por: Raquel Paiewonsky


Desde hace décadas los artistas dominicanos soñamos con la posibilidad de contar con un Ministerio de Cultura funcional que provea el apoyo necesario para que las artes visuales del país puedan desarrollarse de manera integral. Desafortunadamente hemos estado muy lejos de esa realidad. Nuestro ministerio se ha quedado suspendido en el tiempo y su falta de visión, acción y actualidad ha sumido a estas en una especie de limbo atemporal. Queremos un ministerio que demuestre a través de un esfuerzo común, un trabajo vasto y constante, que el arte es importante y vital para todos.

Desde marzo vivimos en una situación sin precedentes en todo el mundo. Todos hemos estado al borde de la locura entre el aislamiento, la neurosis y el miedo. ¿Qué nos ha salvado? ¡El arte! ¿Cómo hubiéramos podido sobrevivir este momento tan desafiante de nuestra existencia sin música? ¿Sin libros? ¿Sin imágenes? ¿Sin cine? El arte es fundamental para el desarrollo, el pensamiento, la reflexión crítica y la comprensión de la vida misma. 

Los artistas necesitamos una plataforma de apoyo que viabilice asuntos fundamentales para el desarrollo de nuestras prácticas. Hace décadas que venimos conversando y organizando ideas en torno a nuestras necesidades y las grandes carencias con las que hemos aprendido a subsistir cotidianamente. El resultado de estos vacíos es una comunidad que cojea, que trabaja a medias y que con el tiempo comienza a perder la esperanza de su propio proceso.

Para que el arte pueda existir y perdurar se requiere un fuerte engranaje de elementos inherentes a las prácticas y los procesos culturales. Se necesitan acciones y condiciones constantes que sostengan el delicado balance que caracteriza a una colectividad que no resulta prioridad para la mayoría. 

A continuación comparto lo observado desde mi perspectiva como trabajadora del circuito del arte por casi treinta años y que ilustra además la experiencia de muchos otros artistas que me anteceden.

En primer lugar, necesitamos Investigación y organización de nuestra historia del arte. Desconocer nuestro pasado o sólo conocer partes de él nos deja grandes lagunas. Esto tiene un impacto en nuestra percepción e identidad. Además privamos a la población de su propia historia, así como limitamos la posibilidad de que investigadores y curadores conozcan, incluyan y estudien el arte dominicano.

La creación de publicaciones serias sobre el arte actual en República Dominicana. Debemos fomentar la investigación y el conocimiento teórico que acompañan las prácticas artísticas y sus procesos. Es importante documentar la contemporaneidad en República Dominicana organizadamente, con publicaciones que estudien a profundidad y con respeto la experiencia actual de los trabajadores del arte.

Plataformas virtuales actualizadas sobre los artistas y proyectos de arte desde nuestro contexto nacional y regional donde investigadores de todo el mundo puedan acercarse y no decir que no encuentran suficiente información sobre arte dominicano. Donde las nuevas generaciones se nutran, donde podamos existir y continuamente reinventarnos a través de nuevos proyectos. Necesitamos que ese espacio de referencia sea una especie de mapa de nuestro quehacer a partir de nuestro contexto.

Fondos e incentivos para la creación mas allá de los premios bienales. No se necesita de grandes presupuestos para apoyar proyectos de arte. Los artistas nos vemos obligados a producir sin contar con fondos ni garantías para cubrir gastos. Esto pone un alto nivel de presión para la comercialización de la obra, a veces comprometiendo el verdadero proceso. 

Presupuesto y estrategias para viajes a bienales y exposiciones internacionales que den visibilidad al arte dominicano. Los artistas dominicanos respondemos a invitaciones internacionales con nuestros propios recursos o ayudas del sector privado. La relación casi inexistente a este punto con bienales internacionales se ha ido deteriorando por la falta de gestión y vínculos sostenidos de nuestras autoridades con dichas entidades. Es muy desafortunado que artistas dominicanos no hayan podido asistir a la presentación de su propia obra en la Bienal de Venecia por falta de apoyo. ¡Esto es básicamente lo mismo que no responder a una invitación a las olimpiadas por falta de recursos o interés del Ministerio de Deportes!

Políticas que faciliten la entrada y salida de obras que viajan a exhibiciones internacionales. Han sido muchas las veces en que los artistas nos vemos obligados a pagar impuestos y penalidades de almacenamiento por recibir nuestra propia obra de vuelta, luego de representar a nuestro país en el extranjero.

Programas que nos vinculen con nuestra región. Vivimos de espalda al Caribe. Estamos rodeados de otras islas que comparten nuestra geografía e historia, que igual que nosotros han perdido sus poblaciones indígenas para ser colonizadas. Con este archipiélago compartimos una diversidad geopolítica única. ¿Qué mejor laboratorio para crecer y profundizar en nuestras prácticas que abrir el diálogo cultural con estas islas vecinas?

Una escuela de Bellas Artes que responda a las necesidades actuales y no a una idea del arte que dejó de ser efectiva hace más de dos siglos. Los artistas respondemos al pensamiento y experiencias presentes en el contexto en que vivimos. El arte no es la idea de belleza preconcebida que nos enseñaron, es la belleza que encontramos al conectar con nuestro entorno y con nosotros mismos.

Fomentar el acercamiento a nuestras prácticas ancestrales, redescubrir la cerámica, el textil, el grabado, etc. Esto nos permitirá conectar con nuestra historia, con nuestra tierra y sus posibilidades naturales, con nuevas fuentes de inspiración y materialidad para la creación. Además nos permitirá apoyar y vincularnos con la producción artesanal del país. Vincularnos con otras disciplinas. Los artistas no somos entes aislados, necesitamos nutrirnos del diálogo con nuestro entorno. Es importante fomentar el intercambio con otras áreas del pensamiento y la creación como son la sociología, la arquitectura, el diseño y la literatura, entre muchos otros.

Diálogos formales e informales. Es importante hablar de arte, cuidar la cultura y entender la importancia intangible que tiene para la construcción de una nación. Hablar y mirar arte en las escuelas, centros educativos, lugares de trabajo, espacios públicos y, como consecuencia, en nuestros propios hogares, puede comenzar a construir un alfabeto visual crucial para nuestra relación y comprensión del arte.

Garantías de que nuestro patrimonio tenga los niveles de conservación necesarios. Que la colección del Museo de Arte Moderno no sólo esté protegida sino que sea un agente articulador de nuestra historia del arte. Que la misma se siga construyendo con obras cruciales de artistas nacionales, que por el hecho de no haber sido premios en alguna bienal estén deteriorándose en sus talleres. Un patrimonio no se construye sólo con premios, se construye con criterio y conocimiento. 

Un ministerio que fomente el coleccionismo y eduque a la comunidad a través de sus instituciones. Sin coleccionismo el trabajo de los artistas es muy difícil. Tenemos la idea de que coleccionar requiere un enorme poder adquisitivo pero la práctica ha demostrado que algunas de las más interesantes colecciones del mundo se han formado con recursos limitados, y fueron el resultado de una real interacción con los artistas así como un apoyo sistemático a sus prácticas y proyectos. Necesitamos leyes que incentiven el coleccionismo, y diálogos que abran posibilidades de apoyo y mecenazgo más allá del interés puramente económico.

También queremos una comunidad que vibre con el arte, que se conecte con la cultura, que acuda y se involucre con los procesos culturales.Esto solo se logra a través de programas educativos y de proyectos de arte horizontales e incluyentes.

Finalmente, debemos reconceptualizar la bienal, que esta sea un espacio que nos represente, que esté viva y que sea un termómetro del pensamiento y de las prácticas artísticas actuales. La Bienal Nacional no se celebra desde el año 2015. La reciente remodelación de la infraestructura del MAM fue la excusa aparente para detener la vida cultural por cinco años sin explicación oficial. El arte y las bienales no están sujetas ni atadas al espacio museo. Son espacios vivos, relacionales y deben vincularse a las comunidades en sus múltiples contextos.

Nuestra bienal hace tiempo que no responde a la realidad de la comunidad que representa. Es una bienal obsoleta, con una visión del arte de otras épocas, cuando las categorías formales de las obras eran relevantes. Además, los criterios de relación que la rigen perpetúan patrones limitantes, que generan división y dinámicas absurdas o estériles.

¿Por qué no considerar una bienal que se enfoque en apoyar el desarrollo de proyectos completos, que contemple los procesos creativos, la investigación, el intercambio con la sociedad y la diseminación de los aprendizajes que esta genere en múltiples formatos? Esto en lugar de un concurso arbitrario que crea inconformidad, que fragmenta a la comunidad artística y que sus resultados se quedan en un catálogo de imágenes.

El MAM, a mi manera de entenderlo debe ser un espacio mental y espiritual, una forma de vida para la ciudadanía, una plataforma para crear y gestionar.

Sabemos que administrar cultura en nuestro país tiene muchos retos, que los recursos son ‘escasos’ y que siempre hay algo mas urgente e importante. Debemos repensar nuestros ministerios y sus dinámicas e intereses. ¿Queremos que la sensibilidad al arte y la cultura emane de un lugar hegemónico? ¿Un lugar donde el poder está centralizado y las agendas siempre vienen de arriba? La horizontalidad en la gestión de las artes es vital. El trabajo en equipo, la creatividad y la capacidad de asumir responsabilidades en cada área de trabajo son cruciales para su efectividad.

¿Qué cambio de paradigmas queremos para la administración de las artes? ¿Cómo superar la eterna y absoluta burocracia hasta para la compra de material gastable en los museos? ¿Cómo podemos poner en marcha un ministerio productivo, eficiente que sepa fluir con el lenguaje del arte y de nuestro tiempo? ¿Cómo podemos lograr que nuestro ministerio nos represente, que diga públicamente que el arte es maravilloso porque lo cree? Que decida apoyar lo que verdaderamente vale la pena porque lo entiende y respeta –¡aunque no salga en la foto, aunque no genere ganancias a corto plazo y aunque no se vista de gala!.

Todos necesitamos el arte para vivir. En momentos críticos como el que vivimos, nos enfrentamos a lo que verdaderamente importa, a lo que amamos, a lo que nos da calidad y acaricia nuestra alma. Tenemos ahora la oportunidad de reconstruirnos como país a muchos niveles. ¡Ojalá que el arte en todas sus manifestaciones pueda servir de agente catalizador de una nueva consciencia, una nueva sensibilidad y una esperanza renovada!


Biografia


Raquel Paiewonsky es una artista dominicana, quien desarrolla su obra en pintura, escultura, instalación, fotografía y video principalmente.

Ha exhibido su trabajo ampliamente en exposiciones y bienales en Estados Unidos, Europa, Asia, Latinoamérica y el Caribe.

Entre ellas se destaca su participación en la 53 edición de la Bienal de Venecia en el 2009 y la 55 edición de la misma en el 2013 junto al Colectivo Quintapata..

Ha sido invitada a las las VIII, IX y XXI Bienales de La Habana, Cuba; a la X Bienal de Cuenca, Ecuador; la III Bienal del fin del mundo en Ushuaia, Argentina y la Bienal de Jamaica en el 2017.

En 2015 recibió el apoyo de Davidoff Art Initiative para una residencia artística en el Kunstlerhaus Bethanien en Berlín.

En el 2018 tuvo una exposición retrospectiva en el CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno) en Canarias, España, donde además se publicó un libro que recopila la última década de su trabajo.

Fue galardonada en el Concurso Eduardo León Jiménez en el 2006, 2008 y 2012, así como en la XX y XXII Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo.

Raquel ha sido una participante activa de los circuitos de arte en nuestro país, tiene interés particular en promover los espacios de diálogo y educación dentro de las plataformas culturales. Fué Co creadora del colectivo Quintapata y con ellos desarrolló proyectos de arte público que conectaron el arte de forma natural con diferentes sectores de la población.

Vive en Santo Domingo con su marido y dos hijos.


 

THE URGENT CHANGE OF OUR CULTURAL PARADIGM

By Raquel Paiewonsky


For decades, Dominican artists have been dreaming of having a functional Ministry of Culture that provides the necessary support so that the visual arts of the country can be developed in an integral way. Unfortunately we have been very far from that reality. Our ministry has been suspended over time, and their lack of vision, action, and timeliness have plunged them into a kind of timeless limbo. We want a ministry that demonstrates through a common effort, a vast and constant work, that art is important and vital for everyone.

Since March we have lived in an unprecedented situation worldwide. We have all been on the verge of madness between isolation, neurosis and fear. What has saved us? The art! How could we have survived this challenging moment of our existence without music? Without books? Without images? Without cinema? Art is essential for development, thought, critical reflection and understanding of life itself.

As artists, we need a support platform that enables fundamental issues for the development of our practices. For decades we have been talking and organizing ideas about our needs and the great deficiencies with which we have learned to subsist on a daily basis. The result of these gaps is a community that is limping, half-working, and that over time begins to lose hope of its own process.

In order for art to exist and endure, a strong interlocking of elements inherent in cultural practices and processes is required. Constant actions and conditions are needed to sustain the delicate balance that characterizes a community that is not a priority for the majority.

Below I share what has been observed from my perspective as a worker in the art circuit for almost thirty years, and which also illustrates the experience of many other artists who came before me.

First of all, we need Research and organization of our art history. Not knowing our past or only knowing parts of it leaves us with great gaps. This has an impact on our perception and identity. In addition, we deprive the population of their own history, as well as limit the possibility that researchers and curators know, include and study Dominican art.

The creation of serious publications on current art in the Dominican Republic. We must promote research and theoretical knowledge that accompany artistic practices and their processes. It is important to document the contemporaneity in the Dominican Republic in an organized way, with publications that study in depth and with respect the current experience of art workers.

Virtual platforms updated on artists and art projects from our national and regional context where researchers from all over the world can approach and not say that they cannot find enough information on Dominican art. Where the new generations are nurtured, where we can exist and continually reinvent ourselves through new projects. We need this reference space to be a kind of map of our work from our context.

Funds and incentives for creation beyond the biennial awards. Big budgets are not needed to support art projects. Artists are forced to produce without having funds or guarantees to cover expenses. This puts a high level of pressure on the commercialization of the work, sometimes compromising the true process.

Budget and strategies for trips to biennials and international exhibitions that give visibility to Dominican art. Dominican artists respond to international invitations with our own resources or aid from the private sector. The almost non-existent relationship at this point with international biennials has been deteriorating due to the lack of management and sustained links of our authorities with these entities. It is very unfortunate that Dominican artists were unable to attend the presentation of their own work at the Venice Biennale due to lack of support. This is basically the same as not responding to an invitation to the Olympics for lack of resources or interest from the Ministry of Sports!

Policies that facilitate the entry and exit of works that travel to international exhibitions. There have been many times when artists are forced to pay taxes and storage penalties to receive their own work back, after representing our country abroad.


Programs that link us to our region. We live with our backs to the Caribbean. We are surrounded by other islands that share our geography and history, which like us have lost their indigenous populations to be colonized. With this archipelago we share a unique geopolitical diversity. What better laboratory to grow and deepen our practices than to open cultural dialogue with these neighboring islands?

A Fine Arts school that responds to current needs and not to an idea of ​​art that ceased to be effective more than two centuries ago. Artists respond to the thought and experiences present in the context in which we live. Art is not the idea of ​​preconceived beauty that we were taught, it is the beauty that we find when connecting with our environment and with ourselves.

Promote the approach to our ancestral practices, rediscover ceramics, textiles, engraving, etc. This will allow us to connect with our history, with our land and its natural possibilities, with new sources of inspiration and materiality for creation. It will also allow us to support and link with the country's artisan production.


Link with other disciplines. Artists are not isolated entities, we need to nurture ourselves from dialogue with our environment. It is important to promote exchange with other areas of thought and creation such as sociology, architecture, design, and literature, among many others.

Formal and informal dialogues. It is important to talk about art, take care of culture and understand the intangible importance that it has for the construction of a nation. Talking and looking at art in schools, schools, workplaces, public spaces and, consequently, in our own homes, can begin to build a visual alphabet crucial to our relationship and understanding of art.

Guarantees that our heritage has the necessary levels of conservation. That the collection of the Museum of Modern Art is not only protected but that it is an articulating agent of our art history. That it continue to be built with crucial works by national artists, which due to the fact that they have not been prizes in any biennial are deteriorating in their workshops. A heritage is not built only with prizes, it is built with criteria and knowledge.

A ministry that encourages collecting and educates the community through its institutions. Without collecting the artists' work is very difficult. We have the idea that collecting requires enormous purchasing power but practice has shown that some of the most interesting collections in the world have been formed with limited resources, and were the result of real interaction with artists as well as systematic support for their practices and projects. We need laws that encourage collecting, and dialogues that open up possibilities of support and patronage beyond the purely economic interest.

We also want a community that vibrates with art, that connects with culture, that goes to and gets involved with cultural processes, this is only achieved through educational programs and horizontal and inclusive art projects.

Finally, we must reconceptualize the biennial, that this is a space that represents us, that it is alive and that it is a thermometer of current artistic thought and practices. The National Biennial has not been held since 2015. The recent remodeling of the MAM infrastructure was the apparent excuse to stop cultural life for five years without official explanation. Art and biennials are not subject to or tied to the museum space. They are living, relational spaces and must be linked to communities in their multiple contexts.

Our biennial has not responded to the reality of the community it represents for a long time. It is an obsolete biennial, with a vision of art from other times, when the formal categories of the works were relevant. Furthermore, the relationship criteria that govern it perpetuate limiting patterns, which generate division and absurd or sterile dynamics.

Why not consider a biennial that focuses on supporting the development of complete projects, which includes creative processes, research, exchange with society and the dissemination of learning that it generates in multiple formats? This instead of an arbitrary contest that creates disagreement, that fragments the artistic community and that its results remain in a catalog of images.

The MAM, in my way of understanding it, must be a mental and spiritual space, a way of life for citizens, a platform to create and manage.

We know that managing culture in our country has many challenges, that resources are "scarce" and that there is always something more urgent and important. We must rethink our ministries and their dynamics and interests. Do we want sensitivity to art and culture.


Bio


Raquel Paiewonsky is a Dominican artist, who mainly develops her work in painting, sculpture, installation, photography and video.

She has exhibited her work extensively at exhibitions and biennials in the United States, Europe, Asia, Latin America and the Caribbean.

Among them, its participation in the 53rd edition of the Venice Biennale in 2009 and its 55th edition in 2013 together with the Quintapata Collective stands out.

She has been invited to the VIII, IX and XXI Biennials of Havana, Cuba; to the X Biennial of Cuenca, Ecuador; the III Biennial of the end of the world in Ushuaia, Argentina and the Jamaica Biennial in 2017.

In 2015 she received the support of the Davidoff Art Initiative for an artistic residency at the Kunstlerhaus Bethanien in Berlin.

In 2018 she had a retrospective exhibition at the CAAM (Atlantic Center for Modern Art) in the Canary Islands, Spain, where a book was also published that compiles the last decade of her work.

She was awarded in the Eduardo León Jiménez Contest in 2006, 2008 and 2012, as well as in the XX and XXII National Biennial of Visual Arts in Santo Domingo.

Raquel has been an active participant in the art circuits in our country, she has a particular interest in promoting spaces for dialogue and education within cultural platforms. She was the co-creator of the Quintapata collective and with them developed public art projects that naturally connected art with different sectors of the population.

She lives in Santo Domingo with her husband and two children.

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