La obra es un excepcional óleo de 1924, año decisivo de la eclosión surrealista del pintor
JOSEP MASSOT / Barcelona - 15 FEB 2021 / Fuente externa / El País
La sucursal londinense de Christie’s subastará el 23 de marzo cuatro importantes mirós. Uno de ellos es Le Piège. No es habitual que salgan a subasta obras suyas de 1924, el año decisivo de su eclosión surrealista. Aunque no se espera que bata ningún récord, la obra tiene un gran interés porque apenas se conservan una veintena de pinturas de aquel año, de las que solo hay tres en España (en el Reina Sofía, la Fundació Miró y el Museo Thyssen). Ocho están en colecciones particulares. El resto están en museos como el MoMA, Guggenheim, Pompidou o Art Institute of Chicago.
La obra también tiene interés porque es un autorretrato del pintor y documenta su relación con André Breton. Miró se pinta metamorfoseado en un árbol con cabeza solar y el pene erecto, regando la tierra y desbordando energía incontenible, dispuesto a conquistar París y fecundar un nuevo mundo: “Para mí”, escribió con conciencia ecologista, “un árbol no es un árbol, una cosa que pertenece a la categoría vegetal, sino algo humano, algo vivo”. “Destrucción”, dijo a un amigo, “casi total de todo lo que he dejado el verano pasado… ¡Demasiado real aún! Me deshago de toda convención pictórica (ese veneno)”.
En 1924, el movimiento dadá había muerto, París respiraba surrealismo y Breton acabaría por ganar en octubre la batalla por adjudicarse el liderazgo gracias a su célebre manifiesto, pero tenía un serio problema. Sus seguidores eran escritores, no artistas, y fue acusado de etiquetar como artístico un movimiento solo literario. Cuando conoció en 1925 a Miró, se apresuró a ficharle y le compró cuatro cuadros, entre ellos, Le Piège, que reprodujo en el número cinco de la revista que divulgaba el nuevo movimiento, La Révolution Surréaliste, acompañado con textos de Benjamin Péret y Louis Aragon.
Pieza clave
“Vuestra idea de que el erotismo es algo eterno, me parece excelente. Me parece muy bien que expongáis Le Piège, pues se presta”, le escribe Miró en una carta inédita del 26 de agosto de 1959. La obra fue una de las piezas clave de la célebre exposición dedicada a Eros en la galería Cordier de París. En 2003, cuando la inmensa colección Breton fue dispersada en subasta con el escándalo del mundo cultural francés, el cuadro fue vendido por 2,5 millones de euros, por debajo del precio de salida (pocos se atrevían a colocarlo en su sala de estar). Ahora vuelve a estar en el mercado por entre 3,4 y 5,7 millones de euros, junto a dos pinturas más (de 1925 y 1927) y obras de Calder, Magritte, Ernst, Dalí, etc. El resultado será un termómetro para medir los efectos del Brexit y la pandemia.
La subasta tiene su foco en otra pintura de Miró, esta vez de 1968, Goutte d’eau sur le neige rose, entre 3 y 5 millones. El cuadro, de gran belleza poética, estaba depositado hasta el pasado año en la Fundació Miró de Barcelona, y hacía pareja con otro similar de la colección Katsuta, aunque colgados en salas distintas (Katsuta prohibió que sus fondos se diluyeran entre el resto de lienzos).
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Miró tiene muchos óleos de los años sesenta y no había motivos para considerarlo inexportable, pero en los ambientes artísticos de Barcelona cunde el desánimo por la constante pérdida de patrimonio artístico. En 2017 la venta de parte de la colección personal de Tàpies supuso la salida de obras de Alberto Giacometti, Pablo Picasso, Joan Miró, Paul Klee, Vassily Kandinsky y Mark Rothko, además del miró que el artista regaló a Tàpies, con lo que se perdió un objeto básico en la referencia entre los dos pintores barceloneses. Más tarde, descendientes de Josep Lluís Sert vendieron obras de Calder y Masson y los Cambó un Botticelli.
El éxodo de obras revela la debilidad del coleccionismo español o el escaso interés de las administraciones por alentar la compra de las obras por parte de entidades que permitan mantenerlas en el país. Aunque no lo declaren públicamente, en los museos hay una sensación de agravio por el dinero derivado a mantener el alquiler de la colección de Carmen Cervera, lo que resta recursos a una política museística. A diferencia de la colección Cervera, Miró vendió cuadros para costear la construcción de sus fundaciones e hizo una generosa donación de obras a los ciudadanos de Barcelona. En su momento fue valorada en 27 millones de euros, pero hoy sería difícil de calcular. El récord en subasta de un miró está en 29,2 millones. Y una Constelación vendida en galería a Laurene Powell, viuda de Steve Jobs, superó los 40 millones.
Unpublished letter from Joan Miró to André Breton, dated August 26, 1959. THE COUNTRY
The work is an exceptional oil painting from 1924, the decisive year of the painter's surrealist emergence
The London branch of Christie’s will auction four important miros on March 23. One of them is Le Piège. It is not usual that works of his from 1924, the decisive year of his surrealist emergence, go up for auction. Although it is not expected that it will break any records, the work is of great interest because barely a score of paintings from that year are preserved, of which there are only three in Spain (in the Reina Sofía, the Fundació Miró and the Thyssen Museum). Eight are in private collections. The rest are in museums such as MoMA, Guggenheim, Pompidou or the Art Institute of Chicago.
The work is also interesting because it is a self-portrait of the painter and documents his relationship with André Breton. Miró paints himself metamorphosed into a tree with a solar head and an erect penis, watering the earth and overflowing uncontrollable energy, ready to conquer Paris and fertilize a new world: “For me”, he wrote with an environmental conscience, “a tree is not a tree , something that belongs to the vegetable category, but something human, something alive ”. “Destruction”, he said to a friend, “almost total of everything I have left last summer… Too real yet! I get rid of all pictorial convention (that poison) ”.
In 1924, the Dada movement had died, Paris breathed surrealism and Breton would end up winning the battle for leadership in October thanks to his famous manifesto, but he had a serious problem. His followers were writers, not artists, and he was accused of labeling a single literary movement artistic. When he met Miró in 1925, he rushed to sign him up and bought four paintings from him, including Le Piège, which he reproduced in number five of the magazine promoting the new movement, La Révolution Surréaliste, accompanied by texts by Benjamin Péret and Louis Aragon.
Key piece
“Your idea that eroticism is something eternal seems excellent to me. I think it's very good that you exhibit Le Piège, as it lends itself, ”Miró wrote him in an unpublished letter of August 26, 1959. The work was one of the key pieces in the famous exhibition dedicated to Eros at the Cordier gallery in Paris. In 2003, when the immense Breton collection was dispersed at auction with the scandal of the French cultural world, the painting was sold for 2.5 million euros, below the starting price (few dared to place it in their living room) . Now it is back on the market for between 3.4 and 5.7 million euros, along with two more paintings (from 1925 and 1927) and works by Calder, Magritte, Ernst, Dalí, etc. The result will be a thermometer to measure the effects of Brexit and the pandemic.
The auction is focused on another Miró painting, this time from 1968, Goutte d’eau sur le neige rose, between 3 and 5 million. The painting, of great poetic beauty, was deposited until last year in the Fundació Miró in Barcelona, and was paired with a similar one from the Katsuta collection, although hung in different rooms (Katsuta prohibited its funds from being diluted among the rest of the canvases ).
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Miró has many oil paintings from the sixties and there was no reason to consider it unbearable, but in the artistic circles of Barcelona there is discouragement due to the constant loss of artistic heritage. In 2017, the sale of part of Tàpies' personal collection led to the departure of works by Alberto Giacometti, Pablo Picasso, Joan Miró, Paul Klee, Vassily Kandinsky and Mark Rothko, in addition to the look that the artist gave to Tàpies, with which he lost a basic object in the reference between the two Barcelona painters. Later, descendants of Josep Lluís Sert sold works by Calder and Masson and the Cambó un Botticelli.
The exodus of works reveals the weakness of Spanish collecting or the limited interest of the administrations to encourage the purchase of works by entities that allow them to be kept in the country. Although they do not declare it publicly, in the museums there is a feeling of injury due to the money derived from maintaining the rent of the Carmen Cervera collection, which takes away resources from a museum policy. Unlike the Cervera collection, Miró sold paintings to pay for the construction of his foundations and made a generous donation of works to the citizens of Barcelona. At the time it was valued at 27 million euros, but today it would be difficult to calculate. The auction record for a looked is 29.2 million. And a Constellation sold at a gallery to Laurene Powell, Steve Jobs's widow, exceeded 40 million.
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