Estudiar la historia de la Bienal Nacional de Artes Visuales es estudiar también la historia y la evolución del arte dominicano; pues, la bienal se constituyó, desde sus inicios, en el principal evento oficial dedicado a estimular y proyectar el desarrollo del arte nacional.
Las primeras décadas del siglo XX estuvieron marcadas en el terreno de las artes plásticas por la estética y los modelos decimonónicos, implementados por las escuelas establecidas en aquel momento, sujetas al academicismo imperante en Europa en el siglo XIX; los cuales fueron superados en gran medida gracias al influjo de algunas figuras cimeras de nuestro arte que se habían formado en Europa, a principios del siglo XX, y a partir de la presencia en el país de una gran cantidad de artistas e intelectuales procedentes de ese continente, en particular españoles que huían de la Guerra Civil (1936-1939), y judíos centroeuropeos, que huían de la II Guerra Mundial (1939-1945).
En este período, la política migratoria del régimen favoreció, entre 1935 y 1956, la llegada al país de miles de extranjeros, que fueron en su mayoría, además de los judíos centroeuropeos y los exiliados republicanos españoles, japoneses y húngaros; muchos de los cuales estuvieron “de paso” debido al ambiente político de la Isla, estableciéndose en otros países del continente que ofrecían mayores garantías y libertad, como fue el caso de México, Venezuela y Estados Unidos…
En las décadas del cuarenta y cincuenta, se fundaron muchas de las principales instituciones culturales, lo que muestra de vitalidad y dinamismo del ambiente cultural de aquellos años, en el cual fue de vital importancia el liderazgo de Rafael Díaz Niese (1897-1950), intelectual dominicano: catedrático, escritor e investigador, que se había formado en Europa y fungió como primer Director de Bellas Artes, institución desde la cual fomentó e impulsó las artes y la cultura dominicanas. Una de las principales acciones en el ámbito de las artes plásticas fue la celebración, a partir de 1942, del Concurso de Artes Plásticas, con carácter bienal.
La fundación de la Escuela de Bellas Artes, la acogida a los “Transterrados”, así como el encargo de obras de arte por parte del Estado y el inicio de los concursos bienales, fueron algunas de las acciones llevadas a cabo por el régimen trujillista, como parte de su política cultural proteccionista. Sin dudas, un momento estelar en el desarrollo de las artes dominicanas, definido por Bernardo Vega como un “auténtico Renacimiento Cultural”; momento definido también por la supresión de las libertades expresivas…
A este período corresponden las primeras diez ediciones de la Bienal, de 1942 al 1960. Estas primeras bienales fueron de gran trascendencia en la medida que fomentaron la introducción de los valores de los movimientos de vanguardia. La introducción –tardía- de la modernidad en el arte dominicano permitió la convivencia en el tiempo de movimientos tan dispares como el postimpresionismo, el expresionismo, el surrealismo y el cubismo.
El ajusticiamiento de Trujillo, en 1961, y la posterior inestabilidad política conlleva al retraso de la celebración de la XI Bienal; que debió ser celebrada en 1963 en lugar de 1962. Esa década fue crucial para el pueblo dominicano y representa un período de transición de 31 años de dictadura a un nuevo período democrático. El golpe de Estado al Gobierno Constitucional de Juan Bosch (1963), inició en el plano político una época convulsa, que marcó el inicio de la Revolución de Abril, y en el ámbito de las artes plásticas conlleva a la suspensión de las bienales desde 1963 hasta 1972.
En el contexto internacional, el Mayo Francés, la Primavera de Praga o la revolución del 68 en otros países de Europa, marcaron generacional e ideológicamente la sociedad y el devenir histórico a partir de aquella década en la que desarrolló, consecuentemente, un arte social decisivo en ese momento histórico-político, dado que el arte fue también un medio empleado en la lucha social y política de aquellos años. La inestabilidad política de los años sesentas y setentas se refleja en un arte combativo y de ruptura, que se hace patente en las bienales que se suceden entre 1972 y el 1983, en las cuales se observa, además, un nuevo espíritu de apertura hacia medios como la fotografía y hacia las últimas tendencias del arte... Estas nuevas manifestaciones tuvieron cabida en la bienal en la llamada categoría libre.
A partir del 1983, se da una nueva interrupción en su celebración hasta 1990, cuando se lleva a cabo la edición XVII, la cual marca el desarrollo de un arte que desde la década anterior se había desarrollado en un contexto de apertura política y consolidación de la democracia, que permitió la confluencia de pensamientos y de tendencias, un “ir y venir” que se da a partir de la salida de artistas y su participación en algunos de los principales eventos internacionales del arte, como la Bienal de Sao Paolo, la Bienal de La Habana, la Bienal de Johannesburgo y la Documenta de Kassel, entre otros.
Desde luego, estos aspectos, de gran relevancia, y el desarrollo de la tecnología a partir de mediados de la década de los ochentas, establecen un diálogo diacrónico con el arte internacional...; lo que ha dado lugar a la asimilación paulatina de algunos rasgos de la posmodernidad, casi siempre con matices locales… siendo éste uno de los principales rasgos del arte contemporáneo dominicano, constatable en las últimas ediciones de la Bienal.
Su permanencia en el tiempo y sus innumerables aportes la definen como el principal evento oficial de las artes visuales de nuestro país y como patrimonio tangible de la nación. A lo largo de sus siete décadas de historia, la Bienal ha sufrido grandes transformaciones que han ido a la par con los acontecimientos y la evolución de la historia y del arte, logrando una trayectoria que suma ya veintiocho ediciones.
Si bien la recuperación y preservación de la herencia cultural de los pueblos debe ser una de las prioridades del Estado, también es cierto que, en materia cultural, sin la generosidad y la sensibilidad de hombres y mujeres visionarios a través de los siglos, indudablemente hoy no existiría gran parte del legado cultural preservado a través de la historia y no se hubieran llevado a cabo importantes acciones que han repercutido a favor del desarrollo cultural y patrimonial de muchas naciones y de la humanidad.
En nuestro caso, ha sido fundamental la visión del Sr. Alberto Cruz y el apoyo de la empresa Excel para hacer realidad este proyecto editorial, que, sin duda alguna, pone en valor las obras que contiene y aporta en la conservación y democratización de la colección del MAM, al permitir el acceso y disfrute de la sociedad a tan importante acervo cultural.
FRAGMENT OF THE TEXT PRESENTATION OF THE BOOK: "History of the Biennial, the Biennial in History"
Studying the history of the National Biennial of Visual Arts is also studying the history and evolution of Dominican art; thus, the biennial was constituted, from its beginnings, in the main official event dedicated to stimulate and project the development of national art.
The first decades of the twentieth century were marked in the field of plastic arts by aesthetics and nineteenth-century models, implemented by schools established at that time, subject to the academicism prevailing in Europe in the nineteenth century; which were largely overcome thanks to the influence of some top figures of our art that had been formed in Europe, at the beginning of the twentieth century, and from the presence in the country of a large number of artists and intellectuals from that continent , particularly Spaniards fleeing the Civil War (1936-1939), and Central European Jews, fleeing World War II (1939-1945).
In this period, the migratory policy of the regime favored, between 1935 and 1956, the arrival in the country of thousands of foreigners, who were mostly, in addition to the Central European Jews and Spanish, Japanese and Hungarian republican exiles; many of whom were "passing" due to the political environment of the island, establishing themselves in other countries of the continent that offered greater guarantees and freedom, as was the case of Mexico, Venezuela and the United States ...
In the decades of the forties and fifties, many of the main cultural institutions were founded, which shows the vitality and dynamism of the cultural environment of those years, in which the leadership of Rafael Díaz Niese (1897-1950) was of vital importance, Dominican intellectual: professor, writer and researcher, who had trained in Europe and served as the first Director of Fine Arts, institution from which he promoted and promoted the Dominican arts and culture. One of the main actions in the field of the plastic arts was the celebration, from 1942, of the Contest of Plastic Arts, with biennial character.
The founding of the School of Fine Arts, the reception of the "Transterrados", as well as the commission of works of art by the State and the beginning of the biennial competitions, were some of the actions carried out by the Trujillo regime, as part of its protectionist cultural policy. Undoubtedly, a stellar moment in the development of the Dominican arts, defined by Bernardo Vega as an "authentic Cultural Renaissance"; moment also defined by the suppression of expressive freedoms ...
The first ten editions of the Biennial correspond to this period, from 1942 to 1960. These first biennials were of great importance as they encouraged the introduction of the values of avant-garde movements. The introduction -day- of modernity in Dominican art allowed the coexistence in time of movements as disparate as post-impressionism, expressionism, surrealism and cubism.
The execution of Trujillo, in 1961, and the subsequent political instability led to the delay in holding the XI Biennial; that it should have been celebrated in 1963 instead of 1962. That decade was crucial for the Dominican people and represents a period of transition from 31 years of dictatorship to a new democratic period. The coup d'état against the Constitutional Government of Juan Bosch (1963), initiated at the political level a convulsive period, which marked the beginning of the April Revolution, and in the field of the plastic arts leads to the suspension of biennials since 1963 until 1972.
In the international context, the French May, the Prague Spring or the revolution of 68 in other European countries, marked generationally and ideologically the society and the historical evolution from that decade in which it developed, consequently, a decisive social art in that historical-political moment, given that art was also a means used in the social and political struggle of those years. The political instability of the sixties and seventies is reflected in a combative and breakthrough art, which is evident in the biennials that take place between 1972 and 1983, in which a new spirit of openness to media is observed. like photography and towards the latest art trends ... These new manifestations had a place in the biennial in the so-called free category.
Since 1983, there is a new interruption in its celebration until 1990, when the XVII edition takes place, which marks the development of an art that since the previous decade had been developed in a context of political openness and consolidation of democracy, which allowed the confluence of thoughts and tendencies, a "come and go" that occurs from the departure of artists and their participation in some of the main international art events, such as the Sao Paolo Biennial, the Biennial of Havana, the Johannesburg Biennial and the Documenta de Kassel, among others. Of course, these aspects, of great relevance, and the development of technology since the mid-eighties, establish a diachronic dialogue with international art ...; which has given rise to the gradual assimilation of some features of postmodernity, almost always with local nuances ... this being one of the main features of contemporary Dominican art, verifiable in the last editions of the Biennial. Its permanence in time and its innumerable contributions define it as the main official event of the visual arts of our country and as tangible heritage of the nation. Throughout its seven decades of history, the Biennial has undergone great transformations that have gone hand in hand with the events and the evolution of history and art, achieving a trajectory that has already added twenty-eight editions. Although the recovery and preservation of the cultural heritage of the peoples must be one of the priorities of the State, it is also true that, in cultural matters, without the generosity and sensitivity of visionary men and women through the centuries, undoubtedly today there would not be much of the cultural legacy preserved through history and important actions that have affected the cultural and patrimonial development of many nations and humanity would not have taken place. In our case, the vision of Mr. Alberto Cruz and the Excel company's support to make this editorial project a reality, which undoubtedly highlights the works that it contains and contributes to the conservation and democratization of the MAM collection, by allowing access and enjoyment of society to such an important cultural heritage.
