28.06-29.7.2023 / www.chiquitaroom.com
"Recordarlo me trae una alegría dolorosa.
Es algo humano el amor.
Algo sagrado.
Amar lo que la muerte ha tocado."
Yehudah Halevi (c.1075–1141)
OCA|News / Julia Aurora Guzmán / Julio 21,2023 / Nacional / Internacional
Nadie consigue escapar a la pérdida en esta vida. Nacer es morir y, aun así, nos empeñamos en mantener el dolor separado de nuestras vidas, reconociendo solo su presencia a regañadientes cuando no nos queda más remedio. La respuesta natural a cualquier tipo de pérdida es el dolor y vivir supone aceptar los ritos del duelo. Si nos abrimos a reconciliarnos con la vida y con la muerte en sus propios términos, lograremos dejar de ver la pérdida como algo sin sentido que viene del exterior, y empezaremos a entenderla como esa tendencia inherente a la capa más profunda de la existencia humana.
Con esta exposición, la artista de origen dominicano, Julia Aurora Guzmán, nos señala el valor del duelo y la importancia de vivirlo en un tiempo gerundio. Un tiempo consciente que adquiere la cualidad de espacio y que se despliega en él. Con afán simbólico, presenta una cuidada composición de piezas que funcionan como la llave para abrir una brecha entre tiempos, entre mundos y realidades. A través de representaciones imago-afectivas, Guzmán evoca la nostalgia que perdura cuando ya no se tiene acceso directo a la fuente de amor en una realidad ordinaria: las páginas del álbum de fotos vacío de su abuela difunta, la malla de coco de la isla en la que ya no vive, las cerámicas que horneó en un país en el que ya no está, el papel quemado, la semilla, el hueso, el paréntesis entre ellos… Esa nostalgia ocupa un vacío lleno de contenidos activados por el recuerdo de presencias pasadas y sucede entre el todavía no (not-yet) y el ya no (no-longer), tal y como el filósofo y sociólogo alemán, Georg Simmel, reconoce al espíritu cuyo camino ya no asciende a su cima, sino que, saciado por las riquezas de la cima, desciende a su hogar.
La práctica de Guzmán gira en torno a los centros y sistemas de apoyo personal y colectivo, físico y emocional. A través de sus obras, en las que combina formas y materiales, representa la transitoriedad de la vida, honrando nacimientos y muertes, para volver siempre al momento presente. Ahora, en el centro de la sala, un guiño al término japonés nagori, que significa "la huella de las olas", adopta la forma de Wave Column. Acostada, aquí, la escultura evoca los riachuelos dibujados en la arena, la espuma y los trocitos de conchas y otros detritus que dejan las olas al retirarse de la playa. Realizada durante una residencia artística en European Ceramic Workcentre (Países Bajos) a finales de 2020, la ola está hecha de arcilla con alta concentración de chamota para lograr mantener la estructura sin ningún otro aditivo. La necesidad de mover aquello que tenemos dentro para no estancarse, se funde a la quietud del instante capturado que nos permite apreciar el detalle. Julia Aurora se detiene en Still para honrar, retomar y completar procesos creativos de los últimos tres años, cuando en paralelo ha está creando nuevas piezas desde que es artista residente en Barcelona, como parte de la fábrica de creación La Escocesa, que conforman un nuevo cuerpo de trabajo y no se verán en esta exposición. Otro duelo que se extiende a través de las antiguas formas sinuosas de la porcelana de ceniza de hueso, que ahora fluye con la cera caliente hasta que se fija al papel, que respira con el fuego mientras lo quema, que colorea el lugar del álbum donde había fotografías y hoy parecen dibujarse sarpullidos. Territorios irritados que se mueven entre la voluntad y la entrega al tiempo gerundio, al espacio que pueda abrirse en su totalidad, a todo aquello que deba suceder entre el todavía y el ya no.
Suele decirse que el tiempo lo cura todo, aunque me permito disentir. Si entre los dones atribuidos al tiempo lineal mundano (cronos) podemos situar el devenir de la vida, no es evidente que su mero paso baste para atravesar con dignidad y esperanza los procesos de duelo. Ni para poner en marcha la posibilidad de reparar el daño provocado por la pérdida. El duelo es un territorio nuevo cada vez, no sirven los antecedentes y no hay atajos. No es lineal, se da más bien por olas y tiene que ver con el aspecto kairós del tiempo: ese momento diferente a lo habitual en el que algo importante sucede. Por eso es fácil que la noticia de una pérdida se fije profundamente en la memoria a raíz del cómo, cuándo y dónde fue comunicada. Nuestras penas no expresadas, las historias que se nos acumulan y dejamos desatendidas, nos bloquean el acceso a aquel presente que honra la ausencia. Es nuestro deber sentir y llorar las pérdidas. Porque no es el tiempo el que cura, es lo que hacemos con él. Y con todo, sea para afrontar la falta de un ser querido o nuestros duelos ordinarios y cotidianos que surgen como respuesta a la falta de confianza en la vida, a las cargas de decepciones y desilusiones, es preciso encontrar formas significativas de hablar del dolor y de entender el duelo como una forma de activismo profundo. Aquí y ahora tenemos la oportunidad.
Texto de exposición por Laura González Palacios
Still / Julia Aurora Guzmán / Exhibits at Chiquita Room / Barcelona Spain
Remembering it brings me painful joy.
Love is something human.
Something sacred.
To love what death has touched.
Yehudah Halevi (c.1075–1141)
No one can escape loss in this life. To be born is to die, and yet we strive to keep pain separate from our lives, only grudgingly acknowledging its presence when we have to. The natural response to any kind of loss is grief, and living means accepting the rites of mourning. If we open ourselves to reconcile with life and death on their own terms, we will be able to stop seeing loss as something meaningless that comes from the outside, and we will begin to understand it as that tendency inherent in the deepest layer of human existence.
With this exhibition, the artist of Dominican origin, Julia Aurora Guzmán, shows us the value of mourning and the importance of living it in a gerund tense. A conscious time that acquires the quality of space and that unfolds in it. With a symbolic desire, she presents a careful composition of pieces that function as the key to open a gap between times, between worlds and realities. Through imago-affective representations, Guzmán evokes the nostalgia that endures when one no longer has direct access to the source of love in an ordinary reality: the pages of his deceased grandmother's empty photo album, the coconut mesh from the island where he no longer lives, the ceramics he baked in a country where he is no longer there, the burnt paper, the seed, the bone, the parenthesis between them... This nostalgia occupies a void full of contents activated by the memory of presences. past and happens between the not yet (not-yet) and the no longer (no-longer), just as the German philosopher and sociologist, Georg Simmel, recognizes the spirit whose path no longer ascends to its peak, but, sated by the riches of the peak, descends to its home.
Guzmán's practice revolves around the centers and systems of personal and collective, physical and emotional support. Through her works, in which she combines shapes and materials, she represents the transience of life, honoring births and deaths, always returning to the present moment. Now, in the center of the room, a nod to the Japanese term nagori, which means "the footprint of the waves", takes the form of the Wave Column. Lying here, the sculpture evokes the streams drawn in the sand, the foam and the bits of shells and other debris left behind by the waves as they leave the beach. Made during an artist residency at the European Ceramic Workcentre (The Netherlands) at the end of 2020, the wave is made of clay with a high concentration of chamotte to maintain the structure without any other additives. The need to move what we have inside so as not to stagnate, merges with the stillness of the captured moment that allows us to appreciate the detail. Julia Aurora stops at Still to honor, resume and complete creative processes of the last three years, when in parallel she has been creating new pieces since she was an artist in residence in Barcelona, as part of the La Escocesa creation factory, which make up a new body of work and will not be seen in this exhibition. Another duel that extends through the ancient sinuous forms of bone ash porcelain, which now flows with hot wax until it is fixed to the paper, which breathes with fire as it burns, which colors the place in the album where there were photographs and today they seem to be drawn in rashes. Irritated territories that move between the will and surrender to the gerund time, to the space that can be opened in its entirety, to everything that must happen between the still and the not anymore.
It is often said that time heals everything, although I allow myself to disagree. If among the gifts attributed to mundane linear time (chronos) we can place the evolution of life, it is not evident that its mere passage is enough to go through the mourning process with dignity and hope. Nor to start the possibility of repairing the damage caused by the loss. Grief is new territory every time, past history is useless, and there are no shortcuts. It is not linear, it occurs more in waves and has to do with the kairos aspect of time: that moment different from the usual in which something important happens. That is why it is easy for the news of a loss to be deeply fixed in the memory as a result of how, when and where it was communicated. Our unexpressed sorrows, the stories that accumulate and leave unattended, block our access to that present that honors absence. It is our duty to feel and mourn the losses. Because it's not time that heals, it's what we do with it. And yet, whether it is to face the loss of a loved one or our ordinary and daily griefs that arise in response to a lack of confidence in life, to the burdens of disappointments and disillusionments, it is necessary to find meaningful ways to talk about pain and to understand grief as a form of deep love activism. Here and now we have the opportunity.
Exhibition text by Laura González Palacios
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