Por:Odalís G. Pérez
Odalís G. Pérez | 28 de marzo de 2020
No hay virus más resistente que el del logos y la sophia, esto es, el de la palabra y las ideas, el del discurso y el saber. El platonismo y el aristotelismo se convirtieron en dos virus filosóficos que hasta hoy nos acompañan en nuestra vida cotidiana, en las prácticas y diálogos del sujeto con sus diversas historias de vida. Poblaciones que atacan mediante acciones y palabras; cuerpos y palabras sometidos a diversos programas económicos, antropológicos, geográficos y comunicativos. Su proliferación ha incidido en el Oriente y el Occidente actuales. Existe el platonismo y el aristotelismo asiáticos y el platonismo y el aristotelismo europeos; la imagen platónica en África y el Caribe, en toda la América continental y en el subcontinente indio, en el islamismo y la teología del `Pseudo-Dionisio, en el tomismo y el agustinismo en el Occidente medieval. En efecto, las marcas de estos virus ideológicos han mutado, han transformado el orden mundial en varias ocasiones. La enfermedad, según Michel Foucault y Susan Sontag han cobrado valor simbólico y metafórico. Pues la función proliferante del cuerpo y el logos se convierten en una especie metafísica y política. Se trata de un ataque, una batalla, una lucha que se expresa mediante el intercontacto dialógico, informativo, pero también en la “economía política del signo” (según Baudrillard), los objetos, los cuerpos en movimiento y la cultura misma del diálogo.
Es desde allí de donde depende o se llega al contagio social real, simbólico y organológico del sujeto público en un espacio público determinado. La escuela, la institución académica, el espacio de la salud, los hospicios, el espacio de reclusión, la universidad, los bancos, las diversas políticas de elección, selección o el acercamiento, construyen una realidad muchas veces catastrófica, destructora y aterradora. Las mutaciones hermenéuticas y el concepto de sistema, descolocados como geopolítica del logos y la imago en la tardomodernidad presentan los ejemplos de la nueva “razón de Estado”, todo lo cual podemos observar en los proliferantes virus filosóficos desarrollados por Maquiavelo, Rousseau, Kant, Descartes, Marx, Freud y las plagas del nacionalismo autoritario, que han resistido en guerras ideológicas y han propiciado dictaduras reales a través de un discurso teórico-práctico alimentado por cierto proyecto virológico de expansión y estrategias interpretativas de mundos irreales y reales.
Se trata de lo que Ernst Bloch ha denominado “Objetividad y montaje”, (“Véase alta burguesía, objetividad y montaje”, en Herencia de esta época, Eds. Tecnos, Madrid, 2019, pp. 209-215), para justificar una dialéctica de las profundidades sociales; esto quiere decir que todo lo que divulga o defiende el dictado político autoritario lo construye en base a una herencia viral del Estado de exclusión y el poder de las presencias responsables de la vida social, así como el caos de las entidades asumidas en el marco de un protocolo bélico y terrorista imperial.
Las poblaciones surgentes del multiculturalismo y los diversos terrorismos destructores de la especie humana sacuden, en la actualidad, los diversos marcos económicos, biotecnológicos, bacteriológicos y virológicos. Este posicionamiento alcanza los diversos niveles de interacción social, mediante un fenómeno público y hasta privado apoyado en el patología, la psique y el logos, esto es, la enfermedad, el alma y la palabra que se apartan en proceso, del origen, el étimo que equivoca su propia acción. Las nuevas amenazas sociales están en el experimento tecnológico mediante las especies (microscópicas “que pasan a través de los filtros infranqueables para los demás microorganismos y que es causa de muchas enfermedades… (vid. Dicc. Kapeluz de la lengua española, 1979); las metáforas y funciones del mundo ideológico hacen que este se fraccione, se introduzca subrepticiamente en el organismo-cuerpo de la especie y en la experiencia que asumen los biotecnócratas del crimen. Por ahí caminan las narrativas de la destrucción, la clonación, la inyección de sustancias reductoras de la vida humana y de los planificadores que preparan la especie emergente del planeta, mediante una ciencia especial de la destrucción progresiva que se manifiesta a partir del nuevo “principio de esperanza”. La dimensión real y la dimensión ideal del sujeto cultural de nuestros días, así como las diferentes poblaciones que constituyen el “virus multicultural”, actúan de manera vincular desde las bases ocultas del poder. El dato agentivo o pragmático parece alumbrar una visión que a su vez funciona como oposición o tensión en la superficie geopoblacional e ideológica de nuestros días. El mundo actual no solamente apesta, sino también ataca los llamados átomos del conocimiento histórico y filosófico, mediante atentados empíricos bio-químicos, bio-ideológicos y bio-terroristas que no cesan de conspirar contra la llamada “humanidad” terriblemente reducida por efectos de supresión vital, moral, espiritual, política y cultural.
Traces of thinking The multicultural virus
Odalís G. Pérez | March 28, 2020 | 12:02 am
There is no virus more resistant than that of logos and sophia, that is, that of words and ideas, that of discourse and knowledge. Platonism and Aristotelianism became two philosophical viruses that have accompanied us to this day in our daily life, in the practices and dialogues of the subject with his various life stories. Populations that attack through actions and words; bodies and words subjected to various economic, anthropological, geographical and communicative programs. Its proliferation has affected the East and the West today. There is Asian Platonism and Aristotelianism and European Platonism and Aristotelianism; the Platonic image in Africa and the Caribbean, in all of continental America and in the Indian subcontinent, in Islamism and the theology of `Pseudo-Dionysus, in Thomism and Augustinism in the medieval West.
Indeed, the brands of these ideological viruses have mutated, have transformed the world order on several occasions. The disease, according to Michel Foucault and Susan Sontag, have acquired symbolic and metaphorical value. For the proliferating function of the body and logos become a metaphysical and political species. It is an attack, a battle, a struggle that is expressed through the dialogical, informative intercontact, but also in the “political economy of the sign” (according to Baudrillard), objects, bodies in movement and the culture of dialogue itself.
It is from there that the real, symbolic and organological social contagion of the public subject in a given public space depends or is reached. The school, the academic institution, the health space, the hospices, the confinement space, the university, the banks, the various policies of choice, selection or approach, build a reality that is often catastrophic, destructive and terrifying.
The hermeneutical mutations and the concept of system, misplaced as the geopolitics of the logos and the imago in late modernity, present the examples of the new "state reason", all of which we can observe in the proliferating philosophical viruses developed by Machiavelli, Rousseau, Kant, Descartes, Marx, Freud and the plagues of authoritarian nationalism, which have resisted in ideological wars and have fostered real dictatorships through a theoretical-practical discourse fueled by a certain virological project of expansion and interpretive strategies of unreal and real worlds.
It is about what Ernst Bloch has called "Objectivity and assembly", ("See high bourgeoisie, objectivity and assembly", in Inheritance of this time, Eds. Tecnos, Madrid, 2019, pp. 209-215), to justify a dialectic of social depths; This means that everything that the authoritarian political dictation discloses or defends is built on the basis of a viral inheritance from the state of exclusion and the power of the presences responsible for social life, as well as the chaos of the entities assumed within the framework of an imperial war and terrorist protocol.
Populations emerging from multiculturalism and the various destructive terrorisms of the human species currently shake the various economic, biotechnological, bacteriological and virological frameworks. This positioning reaches the various levels of social interaction, through a public and even private phenomenon supported by pathology, the psyche and logos, that is, the disease, the soul and the word that deviate in process, from the origin, the ethic who mistakes his own action. The new social threats are in the technological experiment through the species (microscopic "that pass through the impassable filters for other microorganisms and that is the cause of many diseases ... (vid. Dicc. Kapeluz of the Spanish language, 1979); Metaphors and functions of the ideological world cause it to break up, to surreptitiously enter the body-organism of the species and the experience that biotechnologists of crime assume. This is where the narratives of destruction, cloning, and injection of substances walk. reducers of human life and of the planners who prepare the emerging species of the planet, through a special science of progressive destruction that manifests itself from the new “principle of hope.” The real dimension and the ideal dimension of the cultural subject of our days, as well as the different populations that constitute the “multicultural virus”, act in a linking way from the hidden bases of l power. The agentive or pragmatic data seems to shed light on a vision that in turn works as opposition or tension on the geo-populational and ideological surface of today. Today's world not only sucks, but also attacks the so-called atoms of historical and philosophical knowledge, through empirical biochemical, bio-ideological and bio-terrorist attacks that continue to conspire against the so-called "humanity terribly reduced by effects of vital, moral, spiritual, political and cultural suppression.
