Franz Caba | Depresión Tropical
Para Ossaye Casa de Arte, OCA, es un privilegio contar con la presencia de la obra del artista visual Franz Caba, en nuestra galería de arte. Poesia para una mirada libre, diferente en la contemporaneidad de las artes, –como ya anotamos en la cita anterior, de un poema “Haikus”–. Es frescura como una brisa otoñal, recorre la belleza de lo casual, lo exótico, apoderándose de un nuevo tiempo conceptual. “Fluvial, material” diría nuestro poeta mayor.
Sus yuxtaposiciones de cuerpos desnudos, tal vez incongruentes, telares en dibujo de "stripes" , acentos de color en "gold leaf" aportan a la imagen un nivel estético superior llevándonos a una imaginería nipona del luchador "sumo oriental" y nos trae en su sintaxis visual, todo un lirismo de candidez, destreza, belleza, que eleva su discurso dibujístico a nuevas zonas creativas.
Estamos seguro, que en un breve futuro se escuchara hablar de un Franz Caba, joven artista dominicano, por sus dotes, genialidad, pasión, en este nuevo estandarte del arte contemporáneo y las hibridaciones culturales que el mismo conlleva.
Angel Rivera | OCA, Subdirector
Ser autodidacta significa ciertas cosas. Lo primero que conlleva es la independencia y la autonomía total, así como la responsabilidad sobre todas las decisiones que se tomen. El artista autodidacta, que no se forma dentro de una academia, se sostiene gracias a su instinto, su talento y su pasión.
Lo segundo que conlleva volar solo es la soledad, pues no se encuentra adscrito a un grupo definido por default. Se tiene tiempo de autoreflexionar, se concibe el silencio de manera productiva, se es más duro consigo mismo ya que no se tiene una red de consuelo ni de alabanza. El artista autodidacta es él y su obra más allá de su circunstancia, porque su circunstancia la construye él mismo, con todo lo que ello deviene.
Franz Caba es un artista que ha forjado su camino de manera autodidacta, paralelamente con sus otras actividades académicas y profesionales. ¿Qué significa? Por un lado, que todos sus errores, son suyos. Y por otra parte, que la mayoría de sus aciertos, también lo son.
En su obra las personas encuentran un lugar común que no habían podido explorar hasta entonces. Existe una peculiaridad dentro de la producción visual de Franz, algo difícil de definir, incluso para aquellos que están seguros de sentirla, pero que - como todo el buen arte - escapa a la traducción en una sola idea.
La recepción a la originalidad y al genio son abruptas, disímiles e impredecibles. Una perra de Santo Domingo orinando sobre un carro abandonado, un desierto, un hombre obeso, figuras que caen. No es hermoso en el sentido estricto de la palabra, pero es atrayente y singular. Quisiera poder ver la luna de oro de Franz toda la noche y sentir su sabor y escuchar la música de esa ciudad estrepitosa y desorganizada que se vuelca sobre el peatón. Deseo caer en estilo libre como envuelta en un sueño caluroso e interminable mientras la vegetación tropical emerge en una isla que soy yo.
Este sueño ininterrumpido de la obra de Franz solicita a sus espectadores que se reten a soñar otra identidad fuera de la suya, elicita la posibilidad de que mi imaginación esté más cerca de lo que creo en el mundo real. Quizás sea así porque parte de un arte individual e íntimo como el dibujo. La inmediatez del cuerpo y el papel es cutánea. El dibujo, de dimesiones pequeñas, de materiales sencillos, me habla en secreto de cosas que sé pero que no le había dicho nunca a nadie. El dibujo deja la huella de la mano que lo creó, tibia aún en su superficie, que me ensucia y me acaricia. La marca de la creación es la creación en sí.
Recientemente, estos trazos han crecido, se han vuelto gigantescos y han buscado otro hogar. Es el caso de las instalaciones, esculturas e intervenciones urbanas que Franz ha puesto a dormir cuando brilla demasiado el sol. Es una nueva experiencia que me confronta vertical y en movimiento. Ya no sé si es él que me sueña o yo a él.
En esta tierra de disimilitud son sus gordos hijos naturales. Su amorfismo, su laceración, su erotismo, los hace hombres atonales fuera de las normas de regularidad. Qué ilusión tan satisfactoria pisar la línea de lo prohibido y salir ileso, qué desilusión comprobar que seguimos aquí atrapados dentro de nosotros mismos, aún.
Hasta cerrar y abrir los párpados pesados bajo el cansancio de estar y gravitar fuera de esta urbe, gracias a Franz.
The dream that was drawn / The work of Franz Caba, about his individual exhibition at OCA | Contemporary.
Being self-taught means certain things. The first thing that entails is independence and total autonomy, as well as responsibility for all the decisions that are made. The self-taught artist, who is not trained in an academy, is supported by his instinct, talent and passion.
The second thing that involves flying alone is loneliness, as it is not assigned to a group defined by default. You have time to reflect on yourself, you can conceive silence in a productive way, you are harder on yourself since you do not have a network of consolation or praise. The self-taught artist is himself and his work beyond his circumstance, because his circumstance is built by him, with all that becomes.
Franz Caba is an artist who has forged his way in a self-taught way, in parallel with his other academic and professional activities. What does it mean? On the one hand, that all his mistakes are his. And on the other hand, that most of their successes, they are also.
In his work, people find a common place that they had not been able to explore until then. There is a peculiarity within the visual production of Franz, something difficult to define, even for those who are sure to feel it, but who - like all good art - escapes translation in a single idea.
The reception to originality and genius are abrupt, dissimilar and unpredictable. A bitch from Santo Domingo urinating on an abandoned car, a desert, an obese man, falling figures. It is not beautiful in the strict sense of the word, but it is attractive and unique. I would like to see Franz's golden moon all night and feel its taste and hear the music of that loud and disorganized city that turns on the pedestrian. I want to fall into freestyle as wrapped up in a hot and endless dream as tropical vegetation emerges on an island that is me.
This uninterrupted dream of Franz's work asks its viewers to challenge themselves to dream another identity outside their own, elicits the possibility that my imagination is closer to what I believe in the real world. Maybe this is because it is part of an individual and intimate art like drawing. The immediacy of the body and the paper is cutaneous. The drawing, of small dimensions, of simple materials, tells me in secret about things I know but never told anyone. The drawing leaves the imprint of the hand that created it, still warm on its surface, which dirties and caresses me. The mark of creation is creation itself.
Recently, these traces have grown, they have become gigantic and have looked for another home. This is the case of the installations, sculptures and urban interventions that Franz has put to sleep when the sun shines too much. It is a new experience that confronts me vertically and in movement. I do not know if it is he who dreams me or I him.
In this land of dissimilarity are your fat natural children. Their amorphism, their laceration, their eroticism, makes them atonal men out of the norms of regularity. What a satisfying illusion to step on the line of the forbidden and get out unscathed, what a disappointment to see that we are still trapped inside ourselves, still.
Until close and open the heavy eyelids under the fatigue of being and gravitate out of this city, thanks to Franz.