Edgar Degas Bailarina basculando (Bailarina verde), 1877-1879 Pastel y gouache sobre papel. 64 x 36 cm© Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Desde los primeros daguerrotipos de finales de la década de 1830 y, sobre todo, tras el descubrimiento en años posteriores de las técnicas de impresión fotográfica en papel, la relación de la fotografía y la pintura fue muy estrecha. El ojo artificial de la cámara de fotógrafos como Le Gray, Cuvelier, Nadar o Disderi, por citar a unos cuantos, estimuló en Manet, Degas y en los jóvenes impresionistas el desarrollo de un nuevo modo de mirar el mundo. La fotografía le valió al impresionismo no sólo como fuente iconográfica sino también como inspiración técnica, tanto en la observación científica de la luz o en la representación de un espacio asimétrico y truncado como en la exploración de la espontaneidad y la ambigüedad visual. Asimismo, por influencia de la nueva factura impresionista, algunos fotógrafos comenzaron a preocuparse por la materialidad de sus imágenes y a buscar fórmulas para hacer sus fotografías menos precisas y con un efecto más pictórico.
El papel primordial que ha adquirido hoy la fotografía en el panorama del arte contemporáneo ha hecho resurgir el interés de la historiografía artística por el impacto que su invención provocó en las artes plásticas. La exposición Los impresionistas y la fotografía, que el museo presenta en 2019, se suma a esta línea historiográfica, planteando una reflexión crítica sobre las afinidades e influencias mutuas entre fotografía y pintura, sin olvidar la fructífera polémica entre críticos y artistas que su aparición desencadenó en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX.
La muestra, comisariada por Paloma Alarcó, se articula en nueve capítulos temáticos - El bosque, Figuras en el paisaje, El agua, En el campo, Los monumentos, La ciudad, El retrato, El cuerpo y El archivo - en los que confluyeron los intereses de pintores y fotógrafos.
Impressionists and photography / Temporary exhibition | October 15, 2019 to January 26, 2020 /
National Museum Thyssen-Bornemisza.
From the first daguerreotypes of the late 1830s and, especially, after the discovery in later years of photographic printing techniques on paper, the relationship between photography and painting was very close. The artificial eye of the camera of photographers such as Le Gray, Cuvelier, Nadar or Disderi, to name a few, encouraged Manet, Degas and young impressionists to develop a new way of looking at the world. Photography earned impressionism not only as an iconographic source but also as a technical inspiration, both in the scientific observation of light or in the representation of an asymmetric and truncated space, as well as in the exploration of spontaneity and visual ambiguity. Likewise, due to the influence of the new impressionist invoice, some photographers began to worry about the materiality of their images and to look for formulas to make their photographs less precise and with a more pictorial effect.
The primary role that photography has acquired today in the contemporary art scene has revived the interest of artistic historiography because of the impact that its invention caused in the plastic arts. The exhibition The Impressionists and Photography, which the museum presents in 2019, joins this historiographic line, raising a critical reflection on the affinities and mutual influences between photography and painting, not forgetting the fruitful controversy between critics and artists that its appearance triggered in France during the second half of the 19th century.
The exhibition, curated by Paloma Alarcó, is divided into nine thematic chapters - The forest, Figures in the landscape, Water, In the countryside, The monuments, The city, The portrait, The body and The archive - in which the interests of painters and photographers.
