Por: Leopoldo Maler / OCA | Miercoles 29 de julio, 2020
Uno de los placeres más gratificantes de un creador de obra monumental es ver su trabajo en el proceso de una restauración.
No se trata de un ejercicio que demanda su tediosa y paciente destreza, sino de un operativo colectivo del cual la obra reaparece como el ave Fénix de las cenizas.
Tal el caso que experimente con LA CONCIENCIA EMPÍRICA, un trabajo que doné en su oportunidad al Museo de Arte Moderno de Santo Domingo y que se erigió en un principio dentro de los predios de la Plaza de la Cultura asignados hasta el año pasado a la Feria del Libro.
Fueron dichas celebraciones literarias las que permitieron la consumación de acciones por parte de un público inquieto que con el tiempo deterioró seriamente la escultura.
Ahora, gracias al rediseño de la Plaza y sus Museos, y con el valiosísimo “lobbying” de la querida directora del Museo de Arte Moderno, Licenciada Maria Elena Ditren, las sillas que componen la obra han logrado “erguirse” nuevamente.
Dos ideas convergieron en la concepción de La Conciencia Empírica. El uso de la silla - quizá el primer artefacto de la historia del diseño – y el vacío de la misma que da pie a la memoria e imaginación sobre tantas cosas de vida y muerte impresas en su material.
Ya había experimentado el tema de la ausencia con las sillas en mi versión de la Última Cena- una instalación con 13 sillas sin ocupar alrededor de una mesa aislada con un alambrada de púa que obtuvo el gran premio de la Bienal de Sao Paulo de 1967 y adquirida posteriormente por Rufino Tamayo para su Museo.
En la ausencia hay una evocación a veces misteriosa, otras altamente románticas, y la silla es el encuadre quizá más perfecto para dicho propósito.
La Conciencia Empírica consiste en cuatro sillas de estructura similar y básica. Sobre el respaldo de cada una de ellas se lee distintos pronombres: YO, TU, EL, NADIE.
La opinión fue precisa: En su precario equilibrio cada una de las sillas inclinadas están en un punto que pueden caerse a cualquiera de ambos lados encapsulado así la idea de un colapso inminente. con tal ironía la superioridad esgrimida por el mundo anglo norteamericano continental, sobre el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico”.
La obra Ilustra una ironía de cómo el YO- en ejercicio ególatra- ve a los demás conjugando así otra de las metáforas visuales que me ocupan con frecuencia en la temática de mi trabajo.
La idea fue forjada originariamente para un monumento que actualmente se erige en la cúspide del Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico, con pronombres escritos en idioma ingles subrayando con tal ironia la superioridad esgrimida por el mundo anglo norteamericano continental, sobre el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico”.
En una escala similar, pero con pronombres en español la creación de la Plaza de la Cultura fue exhibida originalmente en una exposición semi retrospectiva de mis obras titulada ARTODELHARTE realizada en el Museo aledaño.
La multiplicación de objetos similares, pero de escala diferente, es otra dinámica que fascina a mis sentidos , una imagen que nunca deja de sorprender.
Un critico de arte puertorriqueño manifestó en una oportunidad que “ ver a La Conciencia Empírica es como si alguien hubiese repentinamente dado un jalón a la alfombra en que se apoya.
La opinión fue precisa: En su precario equilibrio cada una de las sillas inclinadas estan en un punto que pueden caerse a cualquiera de ambos lados encapsulando asi la idea de un colapso inminente.
Empirical Consciousness / I, YOU, HIM, NOBODY. Museum of Modern Art, (MAM) of Santo Domingo, RD.
By: Leopoldo Maler
One of the most gratifying pleasures of a monumental creator of works is to see his work in the process of a restoration.
It is not an exercise that demands his tedious and patient skill, but rather a collective operation from which the work reappears like the Phoenix bird from the ashes.
Such is the case that I experience with THE EMPIRICAL CONSCIOUSNESS, a work that I donated in due course to the Museum of Modern Art of Santo Domingo and which was originally built within the premises of the Plaza de la Cultura assigned until last year to the Fair from the book.
It was these literary celebrations that allowed the consummation of actions by a restless public that over time seriously damaged the sculpture.
Now, thanks to the redesign of the Plaza and its Museums, and with the invaluable “lobbying” of the beloved director of the Museum of Modern Art, Ms. Maria Elena Ditren, the chairs that make up the work have managed to “stand up” again.
Two ideas converged in the conception of Empirical Consciousness. The use of the chair - perhaps the first artifact in the history of design - and the emptiness of it that gives rise to memory and imagination about so many things of life and death printed on its material.
I had already experienced the theme of absence with chairs in my version of the Last Supper - an installation with 13 unoccupied chairs around an isolated table with a barbed wire that won the grand prize at the 1967 Sao Paulo Biennale and Later acquired by Rufino Tamayo for his Museum.
In the absence there is an evocation sometimes mysterious, others highly romantic, and the chair is perhaps the most perfect setting for that purpose.
The Empirical Consciousness consists of four chairs of similar and basic structure. On the back of each one, different pronouns are read: YO, TU, EL, NADIE.
The first, of exaggerated proportion. carries the "I". And as the pronouns move away from the first in the conjugation, the chairs decrease in size and lean with a greater angle. The further from the EGO, the OTHER dwarfs our "ego" perception.
The work illustrates an irony of how the Ego-in-egomania- views others thus conjugating another of the visual metaphors that frequently occupy me in the theme of my work.
The idea was originally forged for a monument that currently stands at the top of the Botanical Garden of the University of Puerto Rico, with pronouns written in the English language underscoring with such irony the superiority wielded by the Anglo-American continental world, over the "Free State Associate of Puerto Rico ”.
On a similar scale, but with pronouns in Spanish, the creation of the Plaza de la Cultura was originally exhibited in a semi-retrospective exhibition of my works titled ARTODELHARTE held at the neighboring Museum.
The multiplication of similar objects, but of a different scale, is another dynamic that fascinates my senses, an image that never ceases to amaze.
A Puerto Rican art critic once stated that “seeing La Conciencia Empírica is as if someone had suddenly pulled the carpet on which it leans.
The opinion was precise: In their precarious balance each of the tilted chairs are at a point that they can fall to either side, thus encapsulating the idea of an imminent collapse.
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