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QUISQUEYA HENRÍQUEZ, LA METAMORFOSIS EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO

Actualizado: 24 abr

La interpretación del tiempo y del espacio atrajo reflexión e investigación en mis intereses plásticos desde que conocí a Salvador Dalí en Cadaqués por los años 70, caminando por los olivares antes de llegar a su casa a orillas del Mediterráneo en el puerto de Port Lligat donde el residía con Gala.


OCA|News / Quisqueya Henríquez / Martes 23 de abril, 2024 / Nacional


Por: DELIA BLANCO / EXCLUSIVO PARA OCA








Quisqueya Henríquez / Artista visual / 1966 / 2024




El maestro, medía sus vestimentas con sus antojos y cuando le vi vestido con polainas y gargantillas cervantinas contestó a mi asombro" todos los tiempos son el tiempo, un invento que, sacado del reloj.... es la eternidad ..."

Me quedé para siempre con esta máxima, como ingrediente filosófico con las literaturas y el arte.


Quisqueya Henríquez, me indujo por segunda circunstancia a introducirme en el tiempo y el espacio en la exhibición colectiva que la galería "Larrama" presentó en 1998. Una instalación de Quisqueya Henríquez, ocupaba el piso con una gran cantidad de mecanismos y ejes de relojes desmantelados. El conjunto metálico de roscas, cuadrantes, agujas totalmente desarticuladas componían una anatomía orgánica de la liberación del tiempo como medida para capturarlo como un sistema vencido por el imaginario de la artista.


Es esta obra que me atrajo al taller de Gazcue, donde visualicé de inmediato la energía intelectual de una artista muy centrada en investigar las ideas y el pensamiento contemporáneo de la posmodernidad. Trabajaba en un espacio organizado, nítido y transparente con un biblioteca cerca, con dos o tres libros abiertos testigos de su interés por las ideas. En ese encuentro tuve un efecto de inteligencia natural y de conceptos muy precisos que encontré en la limpieza de su obra gráfica dónde se sentía el acierto del puño bien enseñado y del trazo bien calculado.


Es indiscutible que llevaba la cuña del rigor y trabajo de la escolástica visual cubana y la racionalidad estructuralista que le permitía ir a lo esencial para concluir la imagen con una factura minimalista sobria y eficiente sin dejar de lado parte del humor nutrido de brillantez e inteligencia.


Cuando llega a República Dominicana ya está instituida con personalidad independiente propia y segura, acercándose con apertura y compañerismo a los artistas del pos 80 y noventa que proyectaban renovar el pensamiento y la ejecución visual en República Dominicana.


Se hizo amiga , colega y cómplice de muchos pero guardando siempre el distanciamiento necesario para quién lleva una obra segura y portadora de un lenguaje propio, conducido con toda la coherencia de la exigencia individual, sin nunca abandonar el interés de lo que se puede defender y ejecutar en una proyección de grupo. Los elementos naturales eran fundamentales, el famoso helado turquesa que se desvanece y descongela por el arte de la luz y del sol señalaba la virtualidad de lo efímero hasta en lo más exquisito y sabroso, pero también la descongelación del deseo más erótico.


Con Quisqueya Henríquez una fotografía era una idea, un lenguaje una transmisión conceptual desde lo más aterrizado como una ropa congelada hasta una carreta arrastrada por un mulo una mula o un caballo, pruebas vivas del maltrato hacia los animales conductores y transportadores de la crueldad humana y del crimen ecológico. Ahí fueron exquisitas para la conciencia y la memoria, sus fotografías intramuros.

Ella, entraba en las problemáticas de todos los estereotipos culturales que sellaron la identidad caribeña en los ochenta y noventa como las migraciones en el Caribe, los contrastes sociales, el género, la violencia, Quisqueya Henríquez, creía más en el proceso creativo que en el resultado final.


Cuando estaba en sus acciones creativas vivía con responsabilidad y empeño manejando con limpieza lo inmediato cultural con lo histórico establecido, rompiendo con las ideas preconcebidas en el campo universal que lleva nuestra región a un referente exclusivamente etnográfico.


Quisqueya goza del nombre de la isla como un guiño profundo al referente preámbulo de la colonización, probablemente, mensaje heredado de su padre Chito Henríquez, exiliado en Cuba donde ella nació en 1966, heredera de un Caribe ardiente y luchador.

Ella, llevó esa herencia dominico cubana hasta lo más profundo de su ser y de su obra.


Ella se ha despedido el 30 de marzo, dejándonos una obra fuertemente identificable por su independencia, su eficiencia, portadora de una poética marcada con exquisitez por su compromiso con la transparencia y la verdad.

Nos quedamos con la memoria de una artista que supo llevar su obra con la misma convicción de sus ideas, valiente, segura y sin miedo. Pensamos que el aspecto minimalista y conceptual de su poética gráfica y visual, nos llevan de la mano con el pensamiento filosófico de Antonin Artaud, Julia Kristeva e Yves Bonnefoy, tres pensadores y creadores de ideas de la segunda mitad del siglo veinte.


No se extrañen, ella era intelectualmente minimalista.


Quisqueya Henríquez no buscaba, en su ejercicio artístico, referenciarse ni adherirse a los movimientos, a las corrientes o manifiestos que apostaron por imponerse en la movida de las artes, marcando territorIos visuales pertenecientes a "las movidas y modas". Ella, estaba al dia, como método de conocimiento, trabajo y estudio de las convocatorias internacionales que, en sus planteamientos podían atraer su participación e integración como parte de un conjunto donde su individualidad competía por sus características propias. Individualidad que nunca cayó en el individualismo, porque sabía estar, siendo ella misma.


Lo hemos observado cuando participó en el "Festival Caribéen de l'image", que se celebró en la isla Guadalupe en el 2015, donde nos tocó ser curadora por República Dominicana.


La presencia de Quisqueya fue considerable y apreciada por todos los participantes, artistas contemporáneos de todo el Caribe y especialistas internacionales.

Ella, encontró todo su espacio, con su serie "Frozen clothes" de 35 fotografías, que permiten en cada toma entregarnos en efecto de formas y volúmenes calzoncillos, brasieres, blusas , panties, vestidos, carteras, que, desde el lente y el ojo de la artista se mutan en formas y masas preservando en muchos casos la identidad del objeto y en otros, pueden devenir masas minerales no identificables.


Es obvio que la congelación nos lleva a reflexiones y meditaciones desde la era de hielo... Pero sin tener que ir tan lejos en su discurso formal queda el tema de la metamorfosis y la transformación... Cada una de las 35 fotos, llama a concebir los procesos del tiempo, del clima, del aire, como elementos actuantes en resultados que convierten el objeto en objeto de arte... donde el origen nunca se pierde.

Quisqueya Henríquez, ha sido llamada demasiado temprano, deja toda la fuerza de su obra, de su pensamiento y de su ser, herencia que debemos tomar en cuenta y seguir estudiando su trabajo artístico como conexión necesaria e imprescindible de comprender y analizar la creación posmoderna del Caribe donde ella tiene un espacio reservado en la tribuna conceptual.


Tanto Cuba como República Dominicana pueden reivindicar con altura el patrimonio visual que nos deja Quisqueya Henríquez, desde el Caribe para el mundo de hoy y de mañana.






 




QUISQUEYA HENRÍQUEZ, METAMORPHOSIS IN TIME AND SPACE


The interpretation of time and space attracted reflection and research in my plastic interests since I met Salvador Dalí in Cadaqués in the 70s, walking through the olive groves before arriving at his house on the shores of the Mediterranean in the port of Port Lligat where the He resided with Gala.


OCA|News / Quisqueya Henríquez / Tuesday, April 23, 2024 / National


By: DELIA BLANCO / EXCLUSIVE FOR OCA


Quisqueya Henríquez / induced me by a second circumstance

The teacher measured his clothes with his whims and when I saw him dressed in leggings and Cervantes chokers he answered to my astonishment "all times are time, an invention that, taken from the clock... is eternity ..."


I stayed forever with this maxim, as a philosophical ingredient with literature and art.

Quisqueya Henríquez, by a second circumstance, induced me to enter time and space in the collective exhibition that the gallery "Larrama" presented in 1998. An installation by Quisqueya Henríquez, occupied the floor with a large number of dismantled clock mechanisms and axes. The metallic set of threads, quadrants, and completely disarticulated needles composed an organic anatomy of the liberation of time as a measure to capture it as a system defeated by the artist's imagination.


It is this work that attracted me to Gazcue's workshop, where I immediately visualized the intellectual energy of an artist very focused on investigating the ideas and contemporary thought of postmodernism. She worked in an organized, clear and transparent space with a bookcase nearby, with two or three open books witnessing her interest in ideas. In that meeting I had an effect of natural intelligence and very precise concepts that I found in the cleanliness of her graphic work where the success of the well-taught fist and the well-calculated stroke could be felt.


It is indisputable that she carried the wedge of rigor and work of Cuban visual scholasticism and structuralist rationality that allowed her to go to the essentials to conclude the image with a sober and efficient minimalist bill without leaving aside part of the humor nourished by brilliance and intelligence.


When she arrives in the Dominican Republic she is already established with her own independent and secure personality, approaching with openness and camaraderie the artists of the post-80s and nineties who planned to renew thought and visual execution in the Dominican Republic.


She became a friend, colleague and accomplice of many but always maintaining the necessary distance for those who carry out a safe work and bearer of their own language, conducted with all the coherence of individual demand, without ever abandoning the interest of what can be defended and perform at a group screening. The natural elements were fundamental, the famous turquoise ice cream that fades and thaws through the art of light and the sun pointed out the virtuality of the ephemeral even in the most exquisite and tasty, but also the thawing of the most erotic desire.


With Quisqueya Henríquez, a photograph was an idea, a language, a conceptual transmission from the most grounded, such as frozen clothing, to a cart dragged by a mule, a mule or a horse, living proof of the mistreatment of animal drivers and transporters of human cruelty and of ecological crime. There, the intramural photographs of her were exquisite for the conscience and memory.


She entered into the problems of all the cultural stereotypes that sealed the Caribbean identity in the eighties and nineties, such as migrations in the Caribbean, social contrasts, gender, violence. Quisqueya Henríquez believed more in the creative process than in the final score.


When she was involved in creative actions, she lived with responsibility and commitment, cleanly managing the immediate cultural with the established historical, breaking with preconceived ideas in the universal field that takes our region to an exclusively ethnographic reference.


Quisqueya enjoys the name of the island as a profound nod to the preamble of colonization, probably a message inherited from her father Chito Henríquez, exiled in Cuba where she was born in 1966, heir to an ardent and fighting Caribbean.

She took that Cuban Dominican heritage to the depths of her being and her work.

She said goodbye on March 30, leaving us a work that is strongly identifiable for its independence, its efficiency, the bearer of a poetic exquisitely marked by its commitment to transparency and truth.


We are left with the memory of an artist who knew how to carry out her work with the same conviction as her ideas, brave, confident and without fear. We think that the minimalist and conceptual aspect of her graphic and visual poetics take us hand in hand with the philosophical thought of Antonin Artaud, Julia Kristeva and Yves Bonnefoy, three thinkers and creators of ideas from the second half of the century.

twenty.


Don't be surprised, she was intellectually minimalist.


Quisqueya Henríquez did not seek, in her artistic practice, to reference or adhere to the movements, currents or manifestos that sought to prevail in the arts movement, marking visual territories belonging to "the movements and fashions." She was up to date, as a method of knowledge, work and study of the international calls that, in her approaches, could attract her participation and integration as part of a group where her individuality competed for her own characteristics. . Individuality that never fell into individualism, because she knew how to be, being herself.


We have observed it when she participated in the "Festival Caribéen de l'image", which was held on the island of Guadeloupe in 2015, where she was the curator for the Dominican Republic.


Quisqueya's presence was considerable and appreciated by all participants, contemporary artists from all over the Caribbean and international specialists.

She found all her space, with her series "Frozen clothes" of 35 photographs, which allow each shot to give us the effect of shapes and volumes: underwear, bras, blouses, panties, dresses, purses, which, from the lens and the eye, of the artist mutate into shapes and masses, in many cases preserving the identity of the object and in others, they can become unidentifiable mineral masses.


It is obvious that freezing leads us to reflections and meditations from the ice age....But without having to go that far in its formal discourse, the theme of metamorphosis and transformation remains....Each of the 35 photos , calls to conceive the processes of time, climate, air, as acting elements in results that turn the object into an art object... where the origin is never lost.


Quisqueya Henríquez, who has been called too early, leaves all the strength of her work, her thought and her being, a legacy that we must take into account and continue studying her artistic work as a necessary and essential connection to understand and analyze the postmodern creation of the Caribbean where she has a reserved space on the conceptual platform.


Both Cuba and the Dominican Republic can proudly claim the visual heritage that Quisqueya Henríquez leaves us, from the Caribbean for the world of today and tomorrow.

1 Comment


Guest
Apr 23

Gracias, es un excelente texto.

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