EXHIBICIÓN INDIVIDUAL / Ossaye Casa de Arte
Inauguración: Jueves 25 de Julio hasta el 25 de Agosto, 2024
Horario: Por cita solamente / Gascue, Santo Domingo, R.D. / 809.696.8008
Por:..Juan Carlos Ditrén
En ¿Auto-retrato? Indhira Hernández (1986 ) propone una muestra que plantea tres cuestionantes que desarrollan las ideas fuerzas principales que se muestran en el corpus obras. ¿Quién soy? Una pregunta que busca respuesta en el ser, en las características que la definen y con las que se identifica como persona. Una identidad que la hace dirigirse e identificarse con un grupo de personas al cual cree o aspira pertenecer. Fuera de esta razón social están los otros, los que no pertenecen a este grupo, imaginario o real, al cual ella pertenece.
¿Quiénes son los otros? Es otra cuestionante que responde de manera particular en esta propuesta. La otredad es algo complejo, un proceso que involucra fundamentos sicológicos, sociológicos y filosóficos. Lo que ella piensa que es, que la distancia o la acerca del otro. En ese entramado social y cultural está el grupo al que pertenece, y los otros que no pertenecen a ese círculo. Y en la profundidad del interior de su mente están el pliego de pensamientos, heridas, sueños, experiencias y prejuicios que la hacen reaccionar a lo que le acontece.
Por ello, para ella, en la otredad el ser humano suele reconocer con facilidad lo que quiere ser. Reconoce que materializar plásticamente la identidad de los otros corre el riesgo de un prejuicio negativo; sin embargo, tiene como positivo lo que llaman en sicología el “efecto espejo”: usar a los otros como espejo de los propios temores y para visualizar de metas por lograr.
En ese intento de reconocerse en el otro se interroga a sí misma ¿qué une su ser con los otros? Se plantea que nos une la raza, el género, las creencias y las clases sociales; y en esa interacción descubre la interesante paradoja de que lo que a muchos une a otros los separa. En esa exploración descubre también que es aquí donde surgen los prejuicios que marginan, etiquetan y dividen.
Estas inquietudes cobran forma, a través de la figuración, en una serie de obrasque exploran sicológicamente el autorretrato, la forma, lo femenino y lo andrógeno. Por ello representa figuras reconocibles, que pueden ser identificadas sin necesidad de emplear la palabra, escritas ni verbalizada; y en ese proceso creativo, preserva el fondo blanco, que proviene del color natural del soporte, como una manifestación de que no existe miedo a la otredad. Más bien, la enfrenta con un lenguaje artístico sobrio que muestra retratos femeninos de ojos definidos, y otros rasgos no tan definidos. Un pelo, enmarcando el rostro, con una presencia importante, ocupa gran parte de la composición; y en cualquier espacio de la superficie del cuadro se diluye el pigmento, el óleo se disuelve y chorrea en capas que se transparentan y se superponen creando manchas. Son rostros acompañados de formas que transitan entre la realidady la ficción, entre la figuración y la abstracción.
Es un proceso en el que pasa de la auto representación a la creación imaginaria de los otros. Apaga el blanco del soporte con pigmento rojo, muy fuerte y luego más suave, borrando excesos, que no errores. Es la búsqueda de la tonalidad adecuada. Del color emerge la forma de seres que expresan en cada obra una narrativa elocuente. Tiñe para luego borrar. Es la búsqueda del color original del soporte, o lo que queda de él. Mezcla del rojo y el negro, en una especie de metáfora sobre la raza y el mestizaje; que impacta, que se diluye y luego acentúa nuevamente.
Entre formatos medianos, rectangulares, presenta su obra más técnica; pinturas en forma de círculos, de fondo azul, intervenidos con óleo y carboncillo. Un estudio técnico que deja ver una planeación compositiva y una pensada elección de los materiales, los cuales confiesa que transforma de forma libre, en el proceso de producción de la obra.
Hernández fluye con facilidad entre soportes como el papel y el lienzo, entre la pintura y el dibujo. Recupera este último, no como boceto del proceso de producción de una pintura, sino como una obra pensada en sí misma. No importa el medio, en cualquier soporte estudia la percepción del otro, que le permite ordenar el caos de su mente. Cada obra es una nueva pregunta sobre su cordura, sobre la aceptación de los “otros” y de su propio ser. En definitiva, el arte figurativo de Indhira Hernández plantea el viaje interior, de introspección, de una mujer que, en su proceso de autoconocimiento, realiza un ejercicio creativo constante que le permite adentrarse en las interioridades de su ser, como un acto de reconciliación consigo misma, con su historia y con los otros.
INDHIRA HERNÁNDEZ / SELF-PORTRAIT?
Ossaye Cas de Arte / OCA Gallery
INDIVIDUAL EXHIBITION / Ossaye Casa de Arte
Opening: Thursday, July 25 until August 25, 2024
Hours: By appointment only / Gascue, Santo Domingo, R.D. /809.696.8008
By: Juan Carlos Ditrén
In Self-portrait? Indhira Hernández (1986) proposes an exhibition that raises three questions that develop the main force ideas that are shown in the corpus of works. Who am I? A question that seeks an answer in the being, in the characteristics that define it and with which it identifies. as a person. An identity that makes her address and identify with a group of people to which she believes or aspires to belong. Outside of this social reason are others, those who do not belong to this group, imaginary or real, to which she belongs.
Who are the others? It is another question that is answered in a particular way in this proposal. Otherness is something complex, a process that involves psychological, sociological and philosophical foundations. What she thinks she is, that distances her from or brings her closer to the other. In that social and cultural framework is the group to which it belongs, and the others who do not belong to that circle. And deep inside her mind are the list of thoughts, wounds, dreams, experiences and prejudices that make her react to what happens to her.
Therefore, for her, in otherness the human being usually easily recognizes what he wants to be. She recognizes that plastically materializing the identity of others runs the risk of negative prejudice; However, she has as a positive thing what they call in psychology the “mirror effect”: using others as a mirror of one's own fears and to visualize goals to be achieved.
In that attempt to recognize herself in the other, she questions herself: what unites her being with others? She suggests that we are united by race, gender, beliefs and social classes; and in that interaction she discovers the interesting paradox that what unites many separates others. In this exploration she also discovers that this is where prejudices arise that marginalize, label and divide.
These concerns take shape, through figuration, in a series of works that psychologically explore the self-portrait, the form, the feminine and the androgenic. For this reason, she represents recognizable figures, which can be identified without the need to use words, written or verbalized; and in this creative process, she preserves the white background, which comes from the natural color of the support, as a manifestation that there is no fear of otherness. Rather, she confronts it with a sober artistic language that shows female portraits with defined eyes, and other not so defined features. A hair, framing the face, with an important presence, occupies a large part of the composition; and in any space on the surface of the painting the pigment is diluted, the oil dissolves and drips in layers that become transparent and overlap, creating stains. They are faces accompanied by shapes that move between reality and fiction, between figuration and abstraction.
It is a process in which she goes from self-representation to the imaginary creation of others. She extinguishes the white of the support with red pigment, very strong and then softer, erasing excesses, not errors. It is the search for the right tone. From color emerges the shape of beings that express an eloquent narrative in each work. Stain and then erase. It is the search for the original color of the support, or what remains of it. She mixes red and black, in a kind of metaphor about race and miscegenation; that impacts, that dilutes and then accentuates again.
Among medium, rectangular formats, she presents her most technical work; paintings in the shape of circles, with a blue background, intervened with oil and charcoal. A technical study that reveals a compositional planning and a thoughtful choice of materials, which he confesses that he transforms freely, in the production process of the work.
Hernández flows easily between supports such as paper and canvas, between painting and drawing. He recovers the latter, not as a sketch of the production process of a painting, but as a work intended in itself. The medium does not matter, in any medium he studies the perception of the other, which allows him to order the chaos of his mind. Each work is a new question about his sanity, about the acceptance of “others” and his own being. In short, the figurative art of Indhira Hernández presents the inner journey of introspection of a woman who, in her process of self-knowledge, carries out a constant creative exercise that allows her to delve into the interiorities of her being, as an act of reconciliation with herself. herself, with her history and with others.
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